jueves, 27 de junio de 2013

Sobre la crianza de los hijos varones

Ese difícil pero maravilloso arte de ser padres
Me atrevo a decir que la única manera de entrenarse en las complejidades de la cría de los hijos, tanto hembras como varones, es simplemente lanzándose al agua y teniéndolos. Razón tenía Mafalda, la célebre niña de las tiras cómicas del argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino, cuando le gritaba a su madre: "¡Pues si es cuestión de títulos, yo soy tu HIJA!, ¡y nos graduamos el mismo día!"

No hay manera de aprender a ser padres sino teniendo hijos. Ahora bien,  ¿la crianza de los hijos varones  debe ser distinta a la de las hijas? La única razón por la cual es posible que esto pueda ser oportuno es que los varones y las hembras desarrollen, desde temprana edad, patrones conductuales distintos, más allá de los que la misma cultura les impone. 

¿Y en cuanto al carácter? Algunos científicos afirman que, ciertamente, las diferencias de género se comienzan a notar desde la más temprana infancia. De manera que los niños suelen ser en promedio más inquietos que las niñas. La traducción que hice al español de este artículo, sobre los consejos de un padre da a las madres en relación con la crianza de sus hijos varones, resume la experiencia totalmente personal de Tom Matlack como padre de tres niños, dos de ellos varones, y en particular lo que le ha tocado aprender de su relación ellos y su comparación con él mismo como hombre. He aquí su testimonio:

Raising Boys. A Dad’s Advice for Moms
(Sobre la crianza de los hijos varones. 
Recomendaciones de un padre para las mamás)
8 de febrero de 2012
Por Tom Matlack

Dejemos claro algo antes de proseguir: las mamás son generalmente mejores padres que los papás. Y ese hecho va por partida doble en mi caso. Tuve tres hijos en dos matrimonios y yo soy sin lugar a dudas el eslabón más débil. Mi hija de 17 años y mi hijo de 15 aprecian más a su segunda madre que a mí mismo, lo cual prueba que me casé con la persona correcta pero sigo cargando la responsabilidad de ser padre. Muchos de nosotros lo estamos. 


Dicho esto, existen algunos pocos y sutiles detalles que he tomado a lo largo de mi vida como padre, que podrían ser tomados en cuenta por las madres que crían a sus hijos varones. Señoras, aquí les expongo algunas cosas sobre las qué pensar en relación con sus hijos:

Piensen a la manera cavernícola. Las mujeres adultas poseen miles de estados emocionales, al igual que las niñas (como mi hija). Los chicos, por otro lado, tienden a sentirse básicamente según estos tres estados: disgustados, tristes o felices. No proyecten sus vidas emocionales complejas sobre sus hijos. Su percepción del momento podría no ser tan complicada. Ellos quiere comer, defecar o correr. En un mal día, quieren su juguete consigo antes de que se lo arrebate otro niño. No desean estar al lado de la ventana teniendo una discusión interminable sobre el sentido de la vida, como mi hija solía hacerlo a sus ocho años. Presten atención a sus cuerpos, no a sus palabras. De nuevo, tal como con los hombres adultos, las claves sobre lo que sus hijos hacen lo mostrarán primero a través de su lenguaje corporal. Saltar es el estado natural de su ser y es bueno para ellos. Los hombros caídos es mala señal. Si gritan es bueno, si están demasiado quietos, necesitan atención.


Si dudan, abrácenlos. A los chicos suele serles más difícil que a las niñas verbalizar sus problemas. Mi hijo de cinco años algunas veces rompe a llorar después de eventos triviales. Yo sé que algo pasa muy dentro de ellos, pero no le voy a pedir que me lo diga, al menos no en ese momento (mientras que mi hija no solamente me diría que le pasó, sino que con mucha precisión argumentaría cuál fue mi fallo, lo cual suele ser bastante acertado). Así que en el caso de los chicos la solución es física, no verbal. Yo invierto bastante tiempo abrazando a mis hijos; usualmente sin tener una idea precisa del por qué. Pero en estos casos parece funcionar de maravilla. Un minuto más tarde todo se había arreglado y ellos estaban listos para volver a la acción. Esto funciona bastante bien incluso con mi hijo de 14 años que mide un metro ochenta y es el delantero del Boston College High School.

Sí, todo se resume en hacer pupú. Las niñas aprenden de 6 a 9 meses antes que los chicos a ir al baño, pero una vez que ellos aprenden a hacerlo en el "trono", no hay nada que los detenga. Mover sus intestinos es mucho de lo que les acontece diariamente (tan cierto como que aún es cierto en mi propio caso), y ellos querrán hablar de eso. El tiempo en el baño es como un deporte de participación. Mi hijo de 5 años le gusta ir al baño justo cuando la familia se acaba de sentar a cenar, algunas veces en medio de la cena. Es la oportunidad perfecta que él tiene para declarar que desea ir al baño. Y quiere que yo vaya con él, no precisamente para ayudarlo a limpiarse, sino para establecer una conversación amplia sobre el estatus de su pupú. Aunque al principio esto me pareció inconveniente, ahora tiendo a fluir con eso. Tiempo de calidad es tiempo de calidad con mi hijo.

Batman vive para siempre. Los chicos, aun a una edad muy temprana, se dan cuenta de la importancia de los súper poderes. Ellos quieren ser buenos y creer en la existencia de cosas buenas en el mundo. Los chicos clasifican sus identidades en relación con los personajes míticos de los que han escuchado hablar. Mi hijo está obsesionado con Batman. Por eso viste un disfraz completo del superhéroe, aún en el aeropuerto y en la Avenida Madison. Lo que me maravilla aún más sobre esta atención a los superhéroes es cómo el vigilante de La Guardia, o el chico del aseo urbano lo miran y de inmediato exclaman ¡Batman! Mi hijo asiente ligeramente con su cabeza, reconociendo a su público ante el importante trabajo que tiene entre manos, ir al kinder. 


Actividad física sin propósito definido es perfecta. Una vez en la playa, mi hermano y yo convencimos una vez a sus dos hijos y a mi hijo mayor, todos alrededor de los 10 años, en que lo que ellos necesitaban era construir una estructura hecha de rocas. Las rocas estaban a un lado de la playa, pero el sitio perfecto para levantar la estructura, de acuerdo a nuestra recomendación, estaba al otro lado de la playa. Cada piedra pesaba alrededor de los cinco y los quince kilos. Los chicos comenzaron a mover los peñascos uno a uno, trabajando juntos para levantar los más pesados. Mi hermano y yo colocamos nuestras sillas de playa a mitad de camino entre la pila de rocas y el sitio de construcción. Leímos el periódico durante toda la mañana mientras los muchachos se dedicaban agotadoramente a mover las piedras y ensamblar una tremenda catedral. Para el mediodía ellos estaban exhaustos y felices, y mi hermano y yo habíamos disfrutado una mañana tranquila.

Ganar es importante, pero menos de lo que ustedes piensan. Los chicos, quizás mucho más que las niñas, se exigen al extremo a ellos mismos para destacar en la escuela, en los deportes y en diversas situaciones sociales. Ellos hablan de esto menos, por lo que la derrota puede alcanzar profundidades mayores que en el caso de las chicas. Con los muchachos, es importante enfatizar lo que se puede aprender de los errores y las fallas, en vez de tratar de ganar a toda costa, y destacar el desarrollo del chico en su totalidad. Muy frecuentemente en nuestra cultura, los muchachos son presionados a convertirse en robots de un solo propósito. Lo bueno no es ganar un partido de fútbol, o tener más amigos o ser el más inteligente en clase; se trata más bien de ser amable. Eso es algo que como madres deben ayudar a sus hijos a entender.



La ropa es importante. Sé que existen muchísimas más opciones para vestir a una niña con respecto a un chico, así que la tendencia es darle a ellos unos jeans y una franela y olvidarse del asunto. Pero asegúrense que son los jeans correctos y las franelas correctas. La única batalla real que he sostenido con mis hijos ha tenido que ver con lo que ellos visten. Para ellos estas cosas son más importantes que lo que yo siempre hube imaginado. Ellos quieren verse bien, quieren estar confortables (los pantalones puede que sean ajustados pero no mucho, calientes pero aún así frescos). Yo soy muy categórico con respecto a las prendas de vestir que se usan por más de dos días seguidos, pero no desestimo la importancia de la moda con respecto a mi hijo pequeño. 

Multitudes, no mucho. He notado que a mi hija le brillan los ojos cuando se encuentra entre muchas personas, sea familia o extraños. La masa humana es algo que a ella le da energía. Con mis hijos, y francamente conmigo mismo, es justo lo opuesto. Ellos se vuelven tímidos y tienden a ocultarse detrás de mis piernas. Yo trato de protegerlos de estas situaciones y no los fuerzo más allá de sus propias limitaciones.  

El tiempo para dormir es sagrado. Debido a que los chicos son tan activos, es difícil para ellos estar sentados quietos. El mejor momento del día son los diez minutos antes de que vayan a dormir. Acuéstense en cama con ellos, lean libros y abrácenlos hasta que se queden dormidos. Si ustedes no creen en Dios, lo harán cuando reposen al lado de sus hijos hiperactivos mientras sus cuerpos se adormecen a su lado y comienzan poco a poco a roncar.



Fuente consultada:
http://goodmenproject.com/good-feed-blog/raising-boys-advice-for-moms/ 

1 comentario:

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