El primer
tabernáculo de la genitalidad masculina
Con toda
seguridad el primer "calzoncillos", o prenda íntima
masculina, más antiguo que se conoce proviene de
una momia encontrada en 1991 en la región de los
Alpes. Se trató de un taparrabos de cuero portado
por un hombre de hace 5 300 años: Ötzi, el
hombre de hielo.
Según
el diccionario de la Real Academia Española de la
Lengua (RAE), taparrabos hace referencia a la prenda que utilizan algunas
tribus indígenas para cubrir el área
genital. Esta se utilizaba también en la antigüedad
y su función principal era la de ocultar y
proteger los genitales. El taparrabos consiste principalmente de un pedazo de
tela, en algunos casos larga y estrecha que cubre particularmente el pene y el
escroto.
Según
como lo entendería un latinoamericano, el taparrabos
es, paradójicamente, una prenda que lo que
menos cubre es el "rabo", es decir, la zona trasera del hombre. En el
habla de los españoles, sin embargo, es perfectamente
entendible que se le llame así, porque para ellos, rabo es una
denominación del pene.
Pero, ¿cuál
es la diferencia entre un taparrabos y un calzoncillos?, ciertamente ambos se
utilizan para proteger el área genital. Esta diferencia no está
clara, a excepción de la que puede deducirse de la
definición, con relación
a que una es utilizada por las sociedades indígenas. En mi
opinión, la diferencia se debe a que,
aunque ambas cubren el área genital, el calzoncillos se lleva
como una prenda interna dentro de la ropa, el taparrabos en cambio forma parte
de las prendas de vestir y se exhibe socialmente. Según
Otto Steinmayer:
"El propósito
del taparrabos es cubrir los genitales masculinos, lo cuál deja
las nalgas al aire. Muchos hombres en el mundo se sienten abochornados de
exhibir parte o todos sus genitales, pero parece ser un asunto particularmente
occidental avergonzarse de igual manera por mostrar el trasero, lo cual
realmente es probablemente un temor de ser etiquetado como homosexual, una
ansiedad que parece aumentar con el avance de la civilización. De
esta manera, los occidentales en general suelen considerar el taparrabos una
prenda impúdica".
Ciertamente,
la sociedad occidental tiende a considerar el taparrabos una prenda propia de
sociedades primitivas, símbolo de la barbarie, lo inculto, lo
más alejado de la civilización,
de las ciudades y de la modernidad o, en el mejor de los casos, un atuendo que
evoca civilizaciones antiguas.
Para el
hombre moderno, podría existir una asociación
del taparrabos con la ropa interior o los trajes de baño
tradicionales. Como objetos de ansiedad social, las prendas que cubren las áreas
genitales que pueden ser exhibidas socialmente, el taparrabos en el caso de
comunidades tradicionales y el traje de baño en la sociedad
moderna, se relacionan al parecer, cada vez más
abiertamente, con ese terror que el hombre moderno asocia al hecho de mostrar
su genitalidad. Estos atuendos "dibujan" el cuerpo y por lo tanto
pueden sentirse que destacan y exponen demasiado los genitales y los glúteos.
Esta sociedad actual, aparentemente abierta con respecto a la sexualidad, pero
no liberada aun de muchos prejuicios morales y religiosos, condena una exhibición
demasiado explícita de los genitales, de allí
que prendas como los trajes de baños hayan sido
sustituidos cada vez en mayor grado, y en especial entre la gente joven, por
amplios pantalones cortos o bermudas de surf.
Cuando uso
taparrabos muestro mi lado más primitivo
En
particular, mi relación con las prendas de culturas indígenas
fueron siempre un motivo de curiosidad. Siendo yo un niño
curioso y muy creativo, y habiendo adorado la serie televisiva de Tarzan, no es
de extrañar que me hiciera mi propio
taparrabos a imagen y semejanza del que usaba el rey de los monos. El solo hecho
de portarlo mientras veía mi serie matutina favorita
despertaba mi imaginación a niveles infinitos. La sensación
corporal al portar un taparrabos me hacía conectarme
con mis fantasías sobre el contacto con la
naturaleza, la selva y las tierras lejanas.
Mi
"guayuco" (como se denomina el taparrabos indígena
en varias partes de latinoamérica) consistía
de una tela color marrón, básicamente
rectangular que terminaba en punta en ambos extremos, y que ataba a mi cintura
con una cinta. Ponerme mi guayuco era transportarme a lejanas selvas llenas de
animales salvajes, tribus indígenas, supervivencia y mucha
aventura. Era una forma de dejar aflorar parte de mi propia naturaleza
instintiva.
El taparrabos
en la remota antigüedad y en la era cristiana
Haciendo un poco
de historia, en el antiguo Egipto, los hombres portaban un taparrabos elaborado
de lino que consistía de un trozo de tela en forma de triángulo
isósceles con dos cordones cosidos en
los dos extremos. Este se colocaba por detrás, a nivel de
la cintura, y los cordones se ataban en la parte delantera en el bajo vientre.
El trozo de tela que quedaba colgando se pasaba entre las piernas y se
enrollaba sobre el nudo delantero procurando cubrir toda el área
genital.
Un recurso
importante para estudiar el desarrollo del taparrabos, y en general de la ropa
interior, en la historia posterior al crecimiento del cristianismo en Europa,
ha sido examinar las muy diversas pinturas sobre la crucifixión
de Cristo. Desde el principio se sabe que, en la época del
dominio romano, los condenados por diversos delitos eran crucificados, una
condena en la que los sentenciados se los desnudaba y se los fijaba a unos
maderos hasta que morían. El cristianismo fue muy moralista
al tratar la muerte de Jesus y, dado que la única referencia
que tenían los pintores era el atuendo que se
usaba en su época para cubrir el área
genital, comenzaron a mostrar a Jesús crucificado
portando la ropa interior que se usaba en las épocas en las
que era pintado el cuadro.
En general
puede observarse a Cristo portando un taparrabos sujetado mediante cordones, o
a veces un simple trapo arrollado a la cintura, como el que se utiliza
actualmente para después del baño.
En algunas representaciones más iconográficas,
el taparrabos dejaba un trozo bastante largo de tela que ondeaba al aire en múltiples
pliegues y ondulaciones. En la época de las cruzadas de los siglos XI
al XIV, los pintores, por encargo, mostraban el extremo de la tela del
taparrabos de Cristo con la forma de los estandartes de los distintos grupos de
cruzados.
En los
tiempos actuales, podría ser artísticamente
apropiado, pero no históricamente consistente, mostrar una
representación de Cristo en la cruz portando un
par de interiores blancos, unos bóxers, incluso
un "hilo dental" o un suspensorio; pero una representación
así seguro levantaría
la indignación de los representantes de la iglesia
o de los creyentes ortodoxos. El consenso que actualmente prevalece es la
representación de la imagen de Jesus portando un
taparrabos, con una cantidad de tela suficiente para cubrir y disimular su área
genital.
El taparrabos
como herencia ancestral de algunas culturas indígenas
En la
actualidad los taparrabos son usados como atuendos tradicionales en las
culturas japonesa, india o indopacíficas, así
como también como prenda cotidiana en las
comunidades indígenas de muchas partes del mundo. En
Venezuela, por ejemplo, son clásicos los guayucos de comunidades indígenas
como la yanomami, piaroa, panare o wayúu. Los
pemones llaman a los que no son de su etnia "tuponkén"
que en su lengua significa "persona con ropa", haciendo referencia
quizás a la poca ropa que este pueblo
llevaba como atuendo tradicional: un simple taparrabos en el caso de los
hombres.
El vestido tradicional indígena siempre
fue un guayuco elaborado de algodón y otras
fibras vegetales de la selva amazónica. Es
curioso que para muchos de estos pueblos el color tradicional para el guayuco
sea el rojo, que es elaborado de las semillas de algunas plantas amazónicas
como el onoto. Muchas veces los guayucos indigenas son ornamentados y
embellecidos; los panare, por ejemplo, suelen adornar sus guayucos con unas
borlas de cierto tamaño que cuelgan a los lados de las
caderas.
Lamentablemente, y a pesar de lo pertinente del uso de un simple y
sencillo guayuco como única prenda en un ambiente tropical
permanentemente cálido, casi todas las comunidades indígenas
han sido tocadas por la modernización y por la
acción evangelizadora de grupos cristianos
que les han inculcado el "pecado" que significa andar casi desnudos,
con el riesgo de exponer los genitales. Por esto, en la actualidad muchísimos
indígenas visten ropa interior moderna o
unos simples pantalones cortos, y reservan sus tradicionales guayucos sólo
para actos rituales y ceremonias especiales, y aún así,
puede vérseles con frecuencia que debajo de
las telas del taparrabos, que supuestamente cubren suficientemente su área
genital, portan igualmente un calzoncillos moderno.
Con las
nalgas al aire por las calles de Kioto
En la
actualidad, algunas sociedades modernas usan taparrabos en ocasiones especiales
y con motivos igualmente rituales, religiosos o patrióticos.
Ejemplo de ellos lo constituyen las actividades de los japoneses,
particularmente los que profesan la religión shintoista.
El fundoshi
es el nombre del taparrabos tradicional japonés que han
utilizado los nipones desde hace más de mil años.
Atuendo intermedio entre taparrabos y ropa interior principalmente masculina,
el fundoshi fue la prenda genital por excelencia en Japón
hasta la segunda guerra mundial, fecha después de la cual
la cultura occidental, con sus pautas en el vestir, comenzaron a predominar en
la sociedad japonesa.
El fundoshi
tiene tres variantes, de las cuales el "rokushaku" es el más
común. Consiste de un trozo de tela
rectangular de unos 2,5 m de largo por 20 cm de ancho que se ata alrededor de
la cintura cubriendo los genitales y pasando, entorchado, entre las nalgas.
Esta prenda es quizás lo más cercano al
moderno "hilo dental".
El blanco es
el color por excelencia para el fundoshi. Los niños y
adolescentes suelen usar también un fundoshi color rojo o como
sustituto del traje de baño. En la actualidad se ha visto el
uso de fundoshi con otros colores, como el negro, o incluso con diversos
estampados.
El fundoshi
es utilizado en festivales típicas de la religión
japonesa Shinto, como en la "hadaka matsuri", una festividad de
purificación invernal, o la festividad "aka
fundoshi", donde los jóvenes salen a las calles con sus
fundoshi rojos. En el contexto de la vida social cotidiana japonesa, el
fundoshi puede ser llevado en casa, utilizado para nadar o en los baños
y saunas públicos japoneses llamados
"onsen".
Es mi opinión
personal que portar un taparrabos puede tener un atractivo muy especial: es una
manera de mostrar mi cuerpo y a la vez sentirme cómodo y libre.
Otto Steinmayer expresa que la vestimenta genital como prenda de vestir
exclusiva, tal como los taparrabos de los pueblos indígenas,
o el fundoshi de la cultura japonesa, aunque también
aplica para los trajes de baño tradicionales, quizás
esté asociada a cierto placer del hombre
por sentir su cuerpo, su desnudez y su masculinidad, ornamentado con algo
simple. El taparrabos, el tradicional traje de baño para natación,
o incluso la misma ropa interior, es una prenda que se adhiere al cuerpo de
manera natural, dejando al descubierto la fisionomía
natural masculina; en cambio, el resto de las prendas de vestir, esas que
cubren todo el cuerpo, alteran las formas y redibujan a la persona
completamente.
Bibliografía
consultada
Otto
Steinmayer (2001) The loincloth of Borneo.
South Tyrol
Museum of Archaeology. www.iceman.it/en.
International Jock. www.internationaljock.com.