miércoles, 15 de agosto de 2012

El taparrabos, ancestro de la ropa interior masculina


El primer tabernáculo de la genitalidad masculina
Con toda seguridad el primer "calzoncillos", o prenda íntima masculina, más antiguo que se conoce proviene de una momia encontrada en 1991 en la región de los Alpes. Se trató de un taparrabos de cuero portado por un hombre de hace 5 300 años: Ötzi, el hombre de hielo.

Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), taparrabos hace referencia a la prenda que utilizan algunas tribus indígenas para cubrir el área genital. Esta se utilizaba también en la antigüedad y su función principal era la de ocultar y proteger los genitales. El taparrabos consiste principalmente de un pedazo de tela, en algunos casos larga y estrecha que cubre particularmente el pene y el escroto.

Según como lo entendería un latinoamericano, el taparrabos es, paradójicamente, una prenda que lo que menos cubre es el "rabo", es decir, la zona trasera del hombre. En el habla de los españoles, sin embargo, es perfectamente entendible que se le llame así, porque para ellos, rabo es una denominación del pene.

Pero, ¿cuál es la diferencia entre un taparrabos y un calzoncillos?, ciertamente ambos se utilizan para proteger el área genital. Esta diferencia no está clara, a excepción de la que puede deducirse de la definición, con relación a que una es utilizada por las sociedades indígenas. En mi opinión, la diferencia se debe a que, aunque ambas cubren el área genital, el calzoncillos se lleva como una prenda interna dentro de la ropa, el taparrabos en cambio forma parte de las prendas de vestir y se exhibe socialmente. Según Otto Steinmayer:

"El propósito del taparrabos es cubrir los genitales masculinos, lo cuál deja las nalgas al aire. Muchos hombres en el mundo se sienten abochornados de exhibir parte o todos sus genitales, pero parece ser un asunto particularmente occidental avergonzarse de igual manera por mostrar el trasero, lo cual realmente es probablemente un temor de ser etiquetado como homosexual, una ansiedad que parece aumentar con el avance de la civilización. De esta manera, los occidentales en general suelen considerar el taparrabos una prenda impúdica".

Ciertamente, la sociedad occidental tiende a considerar el taparrabos una prenda propia de sociedades primitivas, símbolo de la barbarie, lo inculto, lo más alejado de la civilización, de las ciudades y de la modernidad o, en el mejor de los casos, un atuendo que evoca civilizaciones antiguas.
Para el hombre moderno, podría existir una asociación del taparrabos con la ropa interior o los trajes de baño tradicionales. Como objetos de ansiedad social, las prendas que cubren las áreas genitales que pueden ser exhibidas socialmente, el taparrabos en el caso de comunidades tradicionales y el traje de baño en la sociedad moderna, se relacionan al parecer, cada vez más abiertamente, con ese terror que el hombre moderno asocia al hecho de mostrar su genitalidad. Estos atuendos "dibujan" el cuerpo y por lo tanto pueden sentirse que destacan y exponen demasiado los genitales y los glúteos. Esta sociedad actual, aparentemente abierta con respecto a la sexualidad, pero no liberada aun de muchos prejuicios morales y religiosos, condena una exhibición demasiado explícita de los genitales, de allí que prendas como los trajes de baños hayan sido sustituidos cada vez en mayor grado, y en especial entre la gente joven, por amplios pantalones cortos o bermudas de surf.

Cuando uso taparrabos muestro mi lado más primitivo
En particular, mi relación con las prendas de culturas indígenas fueron siempre un motivo de curiosidad. Siendo yo un niño curioso y muy creativo, y habiendo adorado la serie televisiva de Tarzan, no es de extrañar que me hiciera mi propio taparrabos a imagen y semejanza del que usaba el rey de los monos. El solo hecho de portarlo mientras veía mi serie matutina favorita despertaba mi imaginación a niveles infinitos. La sensación corporal al portar un taparrabos me hacía conectarme con mis fantasías sobre el contacto con la naturaleza, la selva y las tierras lejanas.

Mi "guayuco" (como se denomina el taparrabos indígena en varias partes de latinoamérica) consistía de una tela color marrón, básicamente rectangular que terminaba en punta en ambos extremos, y que ataba a mi cintura con una cinta. Ponerme mi guayuco era transportarme a lejanas selvas llenas de animales salvajes, tribus indígenas, supervivencia y mucha aventura. Era una forma de dejar aflorar parte de mi propia naturaleza instintiva.

El taparrabos en la remota antigüedad y en la era cristiana
Haciendo un poco de historia, en el antiguo Egipto, los hombres portaban un taparrabos elaborado de lino que consistía de un trozo de tela en forma de triángulo isósceles con dos cordones cosidos en los dos extremos. Este se colocaba por detrás, a nivel de la cintura, y los cordones se ataban en la parte delantera en el bajo vientre. El trozo de tela que quedaba colgando se pasaba entre las piernas y se enrollaba sobre el nudo delantero procurando cubrir toda el área genital.

Un recurso importante para estudiar el desarrollo del taparrabos, y en general de la ropa interior, en la historia posterior al crecimiento del cristianismo en Europa, ha sido examinar las muy diversas pinturas sobre la crucifixión de Cristo. Desde el principio se sabe que, en la época del dominio romano, los condenados por diversos delitos eran crucificados, una condena en la que los sentenciados se los desnudaba y se los fijaba a unos maderos hasta que morían. El cristianismo fue muy moralista al tratar la muerte de Jesus y, dado que la única referencia que tenían los pintores era el atuendo que se usaba en su época para cubrir el área genital, comenzaron a mostrar a Jesús crucificado portando la ropa interior que se usaba en las épocas en las que era pintado el cuadro.

En general puede observarse a Cristo portando un taparrabos sujetado mediante cordones, o a veces un simple trapo arrollado a la cintura, como el que se utiliza actualmente para después del baño. En algunas representaciones más iconográficas, el taparrabos dejaba un trozo bastante largo de tela que ondeaba al aire en múltiples pliegues y ondulaciones. En la época de las cruzadas de los siglos XI al XIV, los pintores, por encargo, mostraban el extremo de la tela del taparrabos de Cristo con la forma de los estandartes de los distintos grupos de cruzados.

En los tiempos actuales, podría ser artísticamente apropiado, pero no históricamente consistente, mostrar una representación de Cristo en la cruz portando un par de interiores blancos, unos bóxers, incluso un "hilo dental" o un suspensorio; pero una representación así seguro levantaría la indignación de los representantes de la iglesia o de los creyentes ortodoxos. El consenso que actualmente prevalece es la representación de la imagen de Jesus portando un taparrabos, con una cantidad de tela suficiente para cubrir y disimular su área genital.

El taparrabos como herencia ancestral de algunas culturas indígenas
En la actualidad los taparrabos son usados como atuendos tradicionales en las culturas japonesa, india o indopacíficas, así como también como prenda cotidiana en las comunidades indígenas de muchas partes del mundo. En Venezuela, por ejemplo, son clásicos los guayucos de comunidades indígenas como la yanomami, piaroa, panare o wayúu. Los pemones llaman a los que no son de su etnia "tuponkén" que en su lengua significa "persona con ropa", haciendo referencia quizás a la poca ropa que este pueblo llevaba como atuendo tradicional: un simple taparrabos en el caso de los hombres. 

El vestido tradicional indígena siempre fue un guayuco elaborado de algodón y otras fibras vegetales de la selva amazónica. Es curioso que para muchos de estos pueblos el color tradicional para el guayuco sea el rojo, que es elaborado de las semillas de algunas plantas amazónicas como el onoto. Muchas veces los guayucos indigenas son ornamentados y embellecidos; los panare, por ejemplo, suelen adornar sus guayucos con unas borlas de cierto tamaño que cuelgan a los lados de las caderas. 

Lamentablemente, y a pesar de lo pertinente del uso de un simple y sencillo guayuco como única prenda en un ambiente tropical permanentemente cálido, casi todas las comunidades indígenas han sido tocadas por la modernización y por la acción evangelizadora de grupos cristianos que les han inculcado el "pecado" que significa andar casi desnudos, con el riesgo de exponer los genitales. Por esto, en la actualidad muchísimos indígenas visten ropa interior moderna o unos simples pantalones cortos, y reservan sus tradicionales guayucos sólo para actos rituales y ceremonias especiales, y aún así, puede vérseles con frecuencia que debajo de las telas del taparrabos, que supuestamente cubren suficientemente su área genital, portan igualmente un calzoncillos moderno.

Con las nalgas al aire por las calles de Kioto
En la actualidad, algunas sociedades modernas usan taparrabos en ocasiones especiales y con motivos igualmente rituales, religiosos o patrióticos. Ejemplo de ellos lo constituyen las actividades de los japoneses, particularmente los que profesan la religión shintoista.

El fundoshi es el nombre del taparrabos tradicional japonés que han utilizado los nipones desde hace más de mil años. Atuendo intermedio entre taparrabos y ropa interior principalmente masculina, el fundoshi fue la prenda genital por excelencia en Japón hasta la segunda guerra mundial, fecha después de la cual la cultura occidental, con sus pautas en el vestir, comenzaron a predominar en la sociedad japonesa.

El fundoshi tiene tres variantes, de las cuales el "rokushaku" es el más común. Consiste de un trozo de tela rectangular de unos 2,5 m de largo por 20 cm de ancho que se ata alrededor de la cintura cubriendo los genitales y pasando, entorchado, entre las nalgas. Esta prenda es quizás lo más cercano al moderno "hilo dental".

El blanco es el color por excelencia para el fundoshi. Los niños y adolescentes suelen usar también un fundoshi color rojo o como sustituto del traje de baño. En la actualidad se ha visto el uso de fundoshi con otros colores, como el negro, o incluso con diversos estampados.

El fundoshi es utilizado en festivales típicas de la religión japonesa Shinto, como en la "hadaka matsuri", una festividad de purificación invernal, o la festividad "aka fundoshi", donde los jóvenes salen a las calles con sus fundoshi rojos. En el contexto de la vida social cotidiana japonesa, el fundoshi puede ser llevado en casa, utilizado para nadar o en los baños y saunas públicos japoneses llamados "onsen".

Es mi opinión personal que portar un taparrabos puede tener un atractivo muy especial: es una manera de mostrar mi cuerpo y a la vez sentirme cómodo y libre. Otto Steinmayer expresa que la vestimenta genital como prenda de vestir exclusiva, tal como los taparrabos de los pueblos indígenas, o el fundoshi de la cultura japonesa, aunque también aplica para los trajes de baño tradicionales, quizás esté asociada a cierto placer del hombre por sentir su cuerpo, su desnudez y su masculinidad, ornamentado con algo simple. El taparrabos, el tradicional traje de baño para natación, o incluso la misma ropa interior, es una prenda que se adhiere al cuerpo de manera natural, dejando al descubierto la fisionomía natural masculina; en cambio, el resto de las prendas de vestir, esas que cubren todo el cuerpo, alteran las formas y redibujan a la persona completamente.

Bibliografía consultada
Otto Steinmayer (2001) The loincloth of Borneo.
South Tyrol Museum of Archaeology. www.iceman.it/en.
International Jock. www.internationaljock.com.