viernes, 23 de agosto de 2013

Edging y gooning, los caminos del éxtasis sexual I

Cuando nuestro placer sexual se enfoca en una sola meta: eyacular
Hasta nuestros comportamientos sexuales, en algunos casos los que nos hacen de alguna manera sexualmente disfuncionales, suele seguir las pautas de un patrón aprendido y dirigido socialmente. Estas pautas provienen de la adolescencia, y se arraigan en la personalidad de aquellos chicos que han vivido bajo un régimen de represión sexual, principalmente por parte de los padres y otros líderes como maestros o sacerdotes, guiados por prejuicios religiosos y sociales. Entonces se nos decía que masturbarnos era malo porque podía causarnos enfermedades o volvernos locos, o que era un pecado ya que debíamos guardar la "semilla" para el matrimonio. Y sin embargo, dado nuestro ímpetu de adolescentes, no pudimos contener esas ganas de liberar nuestra energía sexual. Pareciera que en aquellos momentos nuestro pene nos dirigía a cometer esos actos prohibidos. Así que nos masturbamos en el baño miles de veces, o en nuestro cuarto, o cuando nos duchamos. La mayoría de las veces en completo silencio, lo más apresuradamente posible y procurando no dejar evidencias. La masturbación se convirtió desde ese entonces en un acto clandestino.

Así lo hicimos y lamentablemente así lo continuamos haciendo años después. Ahora, para los que hemos llegado a cierta edad y podemos estar casados, masturbarnos es visto otra vez de manera reprobatoria, porque toda la energía sexual deberíamos usarla para satisfacer a nuestra pareja. Nuestro placer sexual queda a medias entre el que procuramos sentir cuando tenemos sexo a la vez que intentamos satisfacer al otro. Entonces, cuando queremos estar solos con nuestra sexualidad, nos masturbarnos clandestinamente, y cual adolescentes lo hacemos en el baño, rápidamente y buscando desesperadamente la meta: eyacular. 


La eyaculación es importante porque se produce a consecuencia del orgasmo. Esta puede ser entendida como una cascada de eventos que, una vez que se ponen en movimiento, se completarán no importa como: cada paso dispara la realización del siguiente, completamente fuera del control de la voluntad. La eyaculación es entonces un reflejo, tal como el reflejo rotuliano, aunque mucho más complejo y refinado.

Todo reflejo requiere de un agente disparador específico. En el caso del reflejo rotuliano, el agente es un golpe justo debajo de la rodilla. En el caso de la eyaculación, el agente disparador es un nivel específico de excitación. Más allá de ese nivel particular de excitación el hombre se convierte en una máquina de propulsión de semen que no puede parar.


Pero alcanzar el orgasmo y eyacular significa para muchos hombres el final del propósito sexual. Nuestro cuerpo entra generalmente en una fase de entumecimiento, de querer reposar, de que nadie nos moleste. Entonces, ¿cómo prolongar el placer sexual si podemos darnos el chance de experimentar con nuestro cuerpo y nuestro pene, y sentirlo en toda su magnitud? ¿Podemos ser capaces de buscar espacios para estar solos y satisfacernos a nosotros mismos sin las presiones del tiempo o de lo que dirán los demás? Si esto fuera posible, podríamos aprender técnicas para experimentar sensaciones más intensas que nos permitan conocernos mejor a la vez de disfrutar a plenitud. Entre estas están las técnicas conocidas en inglés como edging y gooning.

Edging, la puerta de entrada al placer
Edging (del inglés edge: borde, frontera) se define como una forma deliberada de estimulación del pene, en términos de ritmo y superficie de piel abarcada, con el propósito de refrenar la natural y explosiva ascensión hacia el orgasmo, de manera que el hombre experimente la intensidad del placer sexual.

Edging es una técnica que requiere de una gran disciplina y autocontrol, llevando a la persona repetidamente a un estado que casi llega al orgasmo pero que se para justo antes y vuelve a comenzar de nuevo, parando y recomenzando, por tanto tiempo como sea posible. Cada vez explorando los límites de tolerancia personal, cada vez evitando alcanzar el umbral crítico normalmente llamado "punto de no-retorno" (es decir, ese momento decisivo cuando la eyaculación se hace inevitable). Una vez alcanzada la maestría en esta práctica, el edging le permite al hombre permanecer en el borde del orgasmo, justo por debajo del punto de no-retorno, por un lapso de minutos o incluso de horas.

El edging puede continuar hasta que uno sienta que no puede más, hasta que cada músculo del cuerpo implore por alcanzar el orgasmo, hasta que uno no pueda parar por más tiempo. Entonces, y solo entonces, uno dirige su pene más allá del punto de no-retorno, llevándolo a un éxtasis explosivo que solo puede ser liberado después de una excitación prolongada.


El control del orgasmo
Aprender a controlar el orgasmo a nivel del punto disparador (por debajo del punto de no-retorno), para retardar lo más posible la eyaculación, es el aspecto más importante para dominar el edging. Un hombre experimentado reconoce cuándo se acerca al punto de no-retorno, lo cual es muy útil en muchos sentidos porque:
  • Primero, y lo más importante, este conocimiento le permite tener un mejor control sobre su orgasmo. Él será capaz de decidir cuando eyacular, en vez de quedar bajo el control de su propia biología y de la estimulación a la que se ha expuesto.
  • Segundo, es capaz de extender e incrementar la experiencia de su placer sexual, modulando la cantidad y la calidad de estimulación sobre su pene.
  • Tercero, le permite engancharse en un juego interesante con este punto disparador, permitiéndose repetidamente alcanzar las fronteras del punto de no-retorno sin permitirse llegar más allá de él.

Técnicas para mantenerse en edging
Apretar firmemente alrededor de la base del pene es una buena forma de ganar el control cuando uno siente que está por sobrepasar el punto de no-retorno, pero que aún no se está listo para venirse. Hay que mantener apretado alrededor de la base del pene hasta que uno sienta que ha vuelto a ganar el control sobre la excitación. Entonces, se empieza de nuevo a manipular el pene lentamente. Sin embargo hay que ser cauteloso, ya que después de un orgasmo fallido, el pene se vuelve extremadamente sensible, como si fuera casi a explotar. Así que cuando uno vuelve a masturbarse, debe hacerlo muy suavemente, con movimientos lentos, hasta ganar gradualmente velocidad. 

Cuando se comienza de nuevo, uno debe escoger mantener un ritmo más pausado de lo normal. Este paso más lento no necesariamente puede mantener la erección, sino que después, al acercarse al punto, la erección puede ser suficiente como para mantener el "fuego ardiendo". Al variar la velocidad inversamente a la excitación puede uno mantenerse en un estado sub-orgásmico por un período prolongado de tiempo. Esto es lo que se conoce como "montarse en la cresta de la ola" (en inglés cresting). 

Y montarse en la cresta de la ola significa acceder al portal del estado de gooning o máximo éxtasis sexual. 


Edging y gooning, los caminos del éxtasis sexual II

¿Qué es gooning?
Gooning puede ser definido de la manera más simple como un estado usualmente alcanzado gracias a una prolongada sesión de edging, en el que el hombre se encuentra completamente hipnotizado por el sentimiento que irradia de su pene. Ya que es un estado de éxtasis sexual al que se llega solamente después del edging, el pene se encontrará en su máxima excitación, y cualquier toque o manipulación de los genitales disparará un éxtasis muy intenso. 

Como el hombre se encuentra en edging y por lo tanto mantiene una experiencia intensa con su cuerpo, entra entonces en un estado de trance en el que su mente se funde íntimamente con su pene: este es el estado de gooning. Para ser incluso más precisos, cuando se alcanza este estado de éxtasis sexual, el cuerpo del hombre se convierte, gracias a todo su intento y propósito, en un apéndice de su erección. 

Alcanzar este estado significa que el hombre se libera de todos los códigos de conducta aprendidos, y su excitación, por sí sola, dicta sus reacciones. Como resultado de esto, un hombre en estado de gooning es muy expresivo y demostrativo: se hace muy "vocal", mientras que su cuerpo y su cara pueden adoptar expresiones y poses poco dignas, todo en respuesta a la manipulación intensa y exquisita a la que expone su pene. Así gooning proviene del término inglés goon, que significa tonto o estúpido, en vista de que el hombre podría parecer una persona desquiciada o excéntrica.


Gooning como manifestación máxima del éxtasis
El gooning no puede ser tomado como una manifestación narcisista. El narcisismo se refiere a una extremada egolatría, unida a un concepto personal exagerado en lo que se refiere a sus propios talentos. Por el contrario, el gooning está asociado s bien a una experiencia meditativa, en donde se alinean su mente y su cuerpo, enfocados en un solo pensamiento (o sentimiento). De esta manera, para muchos gooners (los hombres que practican el éxtasis sexual), gooning puede ser descrito como una experiencia enriquecedora, donde la mente se libera de todas las presiones y demandas externas, y donde el cuerpo es libre de las expectativas sociales.


Para alcanzar este estado especial de éxtasis sexual, es necesario que el hombre domine el edging, es decir, la capacidad de mantener su excitación sexual a un nivel alto por un período de tiempo prolongado, pero justo por debajo del "punto de no retorno" (ese momento cuando el reflejo orgásmico se activa, haciendo que la eyaculación se convierta en un hecho inevitable). Para practicar el edging se requiere entonces, como ya se ha dicho, de un conocimiento del propio cuerpo y de una práctica constante. Una vez se ha dominado el edging, uno solamente necesita tiempo suficiente, privacidad, y frecuentemente una cantidad suficiente de lubricante, para alcanzar el estado de gooning.

Como un ejemplo, he aquí lo que un experto en estas técnicas escribe respecto al gooning

"mi experiencia con el gooning es que siento como si nada realmente importara en ese momento. Mi cerebro no está enfocado en los aspectos usuales de la vida. Estoy tan excitado que es la única cosa que cuenta en ese momento. No estoy consciente de absolutamente nadie. No me importa cómo me veo. No me importa qué sonidos hago. No me importa si me veo estúpido. Solo estoy enfocado en las sensaciones de mi cuerpo".

El gooning y la parte emocional del ser
Para alcanzar el estado de gooning, uno tiene que enfocarse en su pene y en los sentimientos que emanan de él. Es prácticamente imposible llegar a este estado mientras se mira un video pornográfico o si se está con otra persona porque, en esos casos, la concentración no está enfocada en las sensaciones individuales sino en el ambiente de alrededor. El gooning puede ser visto como una especie de experiencia meditativa y, como en la meditación, requiere que los pensamientos se enfoquen en un único evento, el placer, y en un área particular, el pene.

El gooning necesita liberar el ser emocional del hombre. Si se mantienen las emociones bajo control estricto, no será posible alcanzar el éxtasis. Se debe ser capaz de abandonarse uno mismo, de aceptar que el cuerpo será el títere del ser emocional, en vez de serlo del ser cerebral. Esta es probablemente la parte más difícil. Realmente, en muchas culturas, se aprecia  el que los hombres sean estoicos, flemáticos y sin emociones. Siempre se nos dice que los hombres no lloran, y toda esa clase de mensajes estúpidos, y así se nos entrena para actuar desde que somos niños. El gooning es un choque a la cultura, enfoca la atención en el placer sexual asociado a la virilidad y a la firmeza de la erección. Al mismo tiempo, requiere que el hombre se haga consciente de sus emociones, y más difícil aun, que las exprese ante el mundo. Se requiere que se comporte de alguna manera poco varonil mientras siente su masculinidad en sus manos... tal como se ha dicho ¡se trata de un shock cultural! No se puede llegar al estado de gooning hasta que no se acepte al ser emocional.


El gooning requiere que uno se libere del autocontrol. Todos hemos aprendido a comportarnos de una manera socialmente aceptada. Nuestra postura corporal, la manera en que nos movemos, nuestras expresiones faciales, todas son actitudes socializadas. Y aunque esto sea perfectamente aceptable, ya que en definitiva necesitamos de reglas para funcionar adecuadamente como grupo, estas se convierten en un obstáculo para alcanzar la habilidad del gooning. La palabra gooning apunta hacia este hecho: no solo se necesita entrar en contacto con las emociones, se necesita además que el cuerpo se exprese libremente, sin restricciones, sin regulaciones, sin la típica superintendencia del ego. Es necesario aceptar que, de ser observado por alguien, uno se comportaría como un tonto o un perfecto estúpido para esa persona. Para estar en el estado de gooning es necesario dejar que el cuerpo se deje llevar por sus emociones, sin importar las convenciones sociales, colocando la imagen de uno mismo a un lado. ¡Es necesario aceptar presentarse ante los demás como un perfecto idiota!


Una vez que todo esto ha sido entendido, y se ha dominado el arte del edging, entonces se está listo para experimentar el gooning. Los principiantes tendrán que practicar primero y por algún tiempo el edging para alcanzar el estado de gooning. El tiempo que esto requiere varia considerablemente de persona a persona. Pero con la experiencia, y habiendo alcanzado progresivamente esa habilidad de liberar el cuerpo y la mente de las restricciones sociales asociadas con la propia aceptación, se puede ser capaz de llegar al estado de gooning más fácil y más rápidamente.



En el video siguiente, un ejemplo interesante de la manera de alcanzar el estado de éxtasis pleno, podremos apreciar a un chico en estado de gooning. Sus gestos y expresiones son el resultado de las sensaciones intensas que se producen en su pene y de las cuales él pareciera que tiene poco control: The Masturbator´s Sanctum - What is Gooning?

Gooning para principiantes
Para cualquier principiante de este arte lo importante es "romper el molde", expresando abiertamente tus emociones. Toma en en cuenta lo siguiente: 
  • Tu ser cerebral tenderá a juzgar a tu ser emocional severamente, y tu ser emocional tenderá a reprimirse o cohibirse. Es necesario por lo tanto aprender a gemir, jadear y rugir ante el placer, obviando los dictámenes de la razón.
  • Dile a tu propio ser, en voz alta, lo que estás haciendo y cómo te sientes. Al principio puede que te sonrojes, ¡eso es perfecto!, porque significa que estás trabajando con tus bloqueos internos.  
  • Deja que tu cuerpo se mueva libremente. Olvida las sábanas y las almohadas; olvida que la cama tiene un límite y deja que tus brazos, tus piernas y tu cabeza deambulen y convulsionen con el vórtice del momento.  
  • Enfoca tus sentimientos, sé totalmente consciente de la dureza y de la forma de tu pene, y olvídate del resto. ¿Por qué cuidarse de la postura o de los sonidos que emites cuando puedes experimentar y disfrutar un éxtasis como este?

Al principio, no notarás que has alcanzado el estado de gooning. De ello te darás cuenta más tarde, en la medida en que emerjas de nuevo a la realidad ordinaria, relajado, feliz y cubierto de semen.

Fuente consultada:
The Masturbation´s Sanctum

lunes, 12 de agosto de 2013

El falo y la psicología masculina I

Un hombre pegado a un pene
Un adolescente se levanta una mañana y nota que ha tenido un sueño húmedo. Su pene aun sigue erecto como queriendo ser estimulado de nuevo y el chico, sin más, se concede unos minutos extra en la cama y se masturba para acabar por segunda vez... En el transcurso de un importante seminario, un ingeniero muy inteligente, pasados los cuarenta, se dirige desde el estrado a una audiencia de cerca de cien personas que asisten a enriquecerse de su interesante discurso. De repente, el hombre siente que su miembro se comienza a erectar, no a causa de ningún estímulo sexual, es simplemente una erección espontánea que pone a su dueño en la difícil situación de creer que todo el mundo se dará cuenta de ella, y al no poder ocultarla fácilmente, su mente divaga por segundos sin poder concentrarse en lo que está exponiendo... En los vestidores de un gimnasio, un hombre joven, apenas pasados los treinta, decide tomar unos minutos para relajarse en el vapor. Se desnuda y entra en el recinto donde están ya unas cuantas personas. Al poco rato, quizás a causa del ambiente cálido y húmedo, el joven comienza a erectarse y este intenta pensar en cosas desagradables para evitar un "levantamiento completo del mástil", el cual, al ser infructuoso, da lugar a la angustia de que los otros lo vean erecto y puedan juzgarlo como un morboso o un degenerado... Un hombre joven, casado y con hijos, está en la playa con su familia. Tendido en la arena, sus ojos dan una barrida general a la gente que, junto con ellos, pasan un día de vacaciones. De pronto se detiene a mirar a una chica en bikini con un cuerpo espectacular que camina por la orilla como si viniera hacia donde esta él. En ese instante su pene comienza a ponerse en "modo de combate" y su angustia es que pueda notarse algo debajo de su traje de baño, teniendo justo a su mujer al lado... Llega el final de la tarde de un viernes y un padre de familia, después de una semana llena de compromisos laborales, vuelve por fin a su casa fantaseando con hacerle el amor a su esposa al llegar: un sexo intenso, apasionado y hasta salvaje. Su mente divaga con fantasías teniendo sexo en la sala, el baño o la habitación y su pene está ya durísimo y segregando líquido preseminal. Cuando llega a casa, irrumpe donde está su esposa, la abraza, la estimula con besos y toques en sus pechos y sus nalgas, y al momento de desnudarse para el sexo, su pene se ha puesto flácido y por más estímulo de ambos, no hay manera de que se erecte de nuevo...



Estas situaciones, u otras similares, las hemos vivido los hombres, una o varias veces, a lo largo de nuestra vida. Algunas veces podemos llegar a creer que en nuestro interior reside un ser que se comporta justo al contrario de lo que es socialmente correcto. Este "ente" domina, por sobre todo, los comportamientos de nuestro pene: el cual, en un momento determinado, se encuentra flácido, descansando apaciblemente dentro de nuestros calzoncillos, y al instante siguiente se yergue hasta que se marca notablemente debajo de nuestros pantalones. Las sensaciones que sentimos al experimentar una erección son tan placenteras y estimulantes que algunos hombres se ven en la necesidad de masturbarse todos los días. Cuando la imaginación se abre paso a eróticas fantasías, ahí mismo nuestro pene hace notar su presencia: las erecciones son difíciles de ocultar, están generalmente fuera de nuestro control. Definitivamente podríamos decir que, en algunos momentos de nuestra vida, nos hemos sentido simplemente como "un hombre pegado a un pene".



Ya hemos dedicado anteriormente un artículo (en dos partes) al tema del falo desde el punto de vista arquetípico y sus connotaciones como hecho trascendente en la vida de los hombres. De tal artículo "El falo como experiencia religiosa" podemos resumir algunas cosas: 
  • El falo se lo concibe, en su aspecto físico, como el pene en estado de erección; no es nunca un pene flácido.
  • El falo se manifiesta independiente de la mente consciente y racional de su dueño.
  • El comportamiento del falo es siempre "amoral": no respeta lugares, momentos ni prejuicios éticos o morales.
  • La naturaleza del falo es siempre instintiva, animal, salvaje, primordial, generadora, creativa.
  • El falo busca siempre exhibirse, a veces de forma aparatosa o grotesca; está asociado con los genitales externos del hombre.
  • El falo es esencialmente perforador, perturbador, atrevido, penetrante.
  • El falo es por naturaleza una condición netamente masculina y por lo tanto se expresa en su total magnitud solo en los hombres. 
Pero establezcamos desde ya la distinción entre pene y falo. Para el psiquiatra Anthony Clare, de su libro "Hombres, la masculinidad en crisis": 

"Pene es un término anatómico que se refiere al órgano procreador masculino. Falo es un término antropológico relacionado con su imagen.  El pene es un órgano con funciones biológicas, el falo es un concepto venerado en diversas religiones como un símbolo del poder masculino. Fálico no solo se refiere al pene, sino que incorpora nociones de potencia, virilidad, hombría, fuerza y poder. Se le ha considerado el signo de los signos, la marca que determina la posición del individuo como hombre y le confiere autoridad, control y dominio".



A continuación quisiera exponer un artículo que el psicólogo jungiano Rober Stein escribiera hace mas de 20 años. Este escrito puede darnos más luces sobre la naturaleza del falo y su orientación típicamente dentro de la psique de los hombres. El artículo fue escrito como un solo texto corrido, pero yo quise dividirlo según los distintos tópicos que trata, para lo cual coloqué subtítulos con ideas arbitrarias asociadas a los temas tratados:

El falo y la psicología masculina
por Robert M. Stein

En mi pene reside un espíritu fálico
Lo masculino y lo femenino son cualidades de la personalidad humana comunes a ambos sexos. Pero, mientras que la naturaleza de la mujer tiende a emerger a partir de un espíritu uterino, la del hombre tiende a estar arraigada en un espíritu fálico.

Este espíritu fálico, como el pene mismo (su contraparte física), funciona de manera autónoma, independiente del control de la mente racional. Aunque aparentemente el pene puede ser manipulado para que actúe, sin duda tiene una voluntad propia capaz de resistir todas las argucias de la mente racional (es decir, del ego). Además, los hombres que suelen emplear el ego para controlar las reacciones del pene, lo consiguen a costa de diversos grados de desapego insensible que, a la larga, hace que el espíritu fálico que reside en el pene responda causando algún tipo de impotencia psicológica o fisiológica. Obviamente, el control del ego sobre el pene es mínimo y de duración limitada, aún cuando la actitud y la relación del ego respecto al pene pueda causar cambios profundos en las reacciones de este órgano primario de la sexualidad masculina.

La afluencia repentina e incontrolable de sangre en el pene, que le hace erguirse erecto, es un gran misterio. El deseo que hay tras ello puede ser amor por otra persona, o también pura lujuria o deseo de poder sobre otro, o bien una mezcla de todos estos elementos. A menudo el pene se excita por fantasías sexuales que no tienen relación con ninguna persona concreta. Y a veces ocurre una erección repentina sin ninguna relación con el deseo sexual, lo que sugiere que la irrupción fálica de energía en el pene trasciende el impulso sexual.



Naturaleza del dios fálico
Si aceptamos la idea de que el pene es un órgano que se halla especialmente bajo la influencia del espíritu fálico, podemos deducir algo acerca de la naturaleza de este dios: Falo. Reconoceremos, sobre todo, su cualidad esencialmente impredecible. En la experiencia, parece manifestarse como una afluencia o empuje repentino y poderoso que viene del interior, fluyendo rápidamente con el deseo para contactar con otro objeto, ya sea una idea, una imagen, otra persona o un objeto inanimado. Mientras que el deseo del espíritu femenino, Útero, es ser penetrado, recibir y abrazar, el deseo de Falo es siempre ir hacia la penetración en ámbitos incluso desconocidos. Por tanto, Falo es fundamental en toda iniciativa humana. Sin él podemos ser movidos, pero no podemos mover. Todo aquel que teme salir de estructuras viejas y estables hacia áreas nuevas, desconocidas y aún sin formar, temerá el influjo repentino e irracional de Falo; de ahí la relación adecuada con este espíritu para el cambio y el desarrollo psicológico. A la vez, Falo es un espíritu que siempre se mueve: curioso, impulsivo, explosivo, atrevido pero incapaz de compromiso; rebosante de la energía de su propio poder y listo para usarlo contra todo lo que se ponga en su camino, despreocupado de cuidar y nutrir las relaciones humanas a menos que Eros lo atempere y lo contenga. Cuando las mujeres se quejan de que a los hombres sólo les interesa lo que hay bajo sus bragas y no cuidan la relación, en realidad están hablando de Falo. Cuando una madre es incapaz de habérselas con la actividad constante, las ganas de jugar y las exigencias de su hijo, a menudo padece una mala relación con Falo.



Recuerdo una joven madre que tenía muchas dificultades con su hijo revoltoso; soñó que su hijo zigzagueaba y rebotaba por las paredes de su habitación con tal velocidad que ella tenía que agacharse para no ser golpeada. De repente él se convirtió en un enorme Falo y ella despertó aterrorizada. Obviamente, esta mujer tenía una mala relación con Falo. La relación de un niño con la raíz fálica de su naturaleza masculina se verá muy influida a por una madre tan temerosa y tan crítica ante la masculinidad esencial.

Relaciones entre Eros y Falo
Eros (el amor) y el Falo a menudo son difíciles de distinguir porque ambos son fuerzas vitales fundamentalmente activas e iniciadoras. Ambos viven como una fuerza que nos lleva de donde estamos hacia otro objeto o persona. Según la mitología griega, la diosa del amor, Afrodita, nació de la espuma del mar, que no era otra cosa que el semen que cayó en las aguas a partir de los genitales cortados del dios cielo, Urano. Sin duda, hay una estrecha relación entre Falo y el amor. Tal vez Falo es la fuente primaria de la energía que hay en cada emoción que motiva al hombre a moverse, actuar, iniciar. Dado que el amor es primariamente un gran movimiento hacia la unión con otro, también él debe tener su raíz en Falo.



Sin embargo, Eros y Falo no son idénticos. ¿En qué se distinguen? Quizás es que el amor es siempre un deseo de fundirse, unir, mientras que Falo es primariamente un deseo de penetrar y explorar. Además, el amor siempre despierta un gran interés por conservar la belleza e integridad del otro, mientras que Falo carece de tal interés; en su forma pura tiende a "violar" (irrumpir violentamente) y en última instancia puede destruir el objeto de su fascinación.

viernes, 9 de agosto de 2013

El falo y la psicología masculina II

El falo y la psicología masculina (continuación)
por Robert M. Stein

Falo como fuente de las energías creativas del hombre
Claramente, Falo es la fuente de todas las energías creativas del hombre. Es una fuerza que siempre se mueve desde lo viejo, desde lo que es, hacia lo nuevo y lo desconocido. La curiosidad fálica es el principio activador que hay detrás de la imaginación creativa del hombre, pero la curiosidad penetrante y diseccionadora se vuelve destructiva y antihumana si Eros no conserva la integridad y el misterio del objeto desconocido.

Falo, la fuente generativa de la vida, es pura emoción, puro deseo. Todo pensamiento, impulso, imagen o idea es traído a la vida por Falo. Es espíritu puro, pura energía que todo lo emplea como material para dar forma a su urgencia creativa. En sus ganas insaciables de fertilizar y crear nuevas formas, no percibe ni le interesan las limitaciones humanas. Sin Falo nada se mueve, nada cambia. El miedo a Falo crea fragmentación y parálisis. Debo estar abierto y deseoso de recibir a Falo, de lo contrario no entrará en mí. De este modo, no tengo la relación adecuada con las cualidades femeninas y receptivas de mi alma, mi Útero espiritual se cierra y empiezo a marchitarme porque no puedo ser fertilizado y renovado por Falo. Útero, la tierra receptiva, es por lo tanto primaria. Sin Útero la fuerza vital no tiene quien la reciba, y la sangre de mi propia vida pronto cesará de fluir. Muerte.

Falo y lo femenino
Volvamos ahora a la mujer que estaba tan atemorizada por las cualidades fálicas de su hijo. En el hombre, la imagen interior de lo femenino arquetípico se configura en gran medida a partir de la experiencia que este tiene de su madre. Habitualmente, la mayoría de los hombres occidentales experimentan los aspectos receptivos y maternales de su propia psique como un rechazo de Falo. ¿Cómo podría ser de otro modo? Todo lo que sabemos acerca de los antiguos misterios femeninos indican que se centraban alrededor del culto a Falo. La mujer moderna esta tan apartada de aquellos misterios como lo estaba Edipo. En cuanto a esta madre, en vez de que su Eros abrace y humanice la potente energía fálica de su hijo, ella intenta someter y controlar con su ego a este espíritu irracional. En la medida en que el hombre ve la imagen interna de lo femenino como algo que rechaza a Falo, nunca podrá alcanzar una relación adecuada con su propio espíritu creativo, y lo mismo vale para las mujeres, como ahora veremos. Por tanto, lo femenino interior de cada hombre, su ánima, ha de cambiar antes de que un hombre pueda abrirse verdaderamente a Falo.



¿Cómo se manifiesta esta experiencia negativa de lo femenino en nuestro interior y en la vida? En los sueños de los hombres, un tema frecuente es la súbita aparición de la madre o de una figura materna justo en el momento en que el hombre está a punto de rendirse a sus deseos sexuales. La madre inhibe a Falo. Dado que la madre también se asocia con sentimientos blandos, tiernos y amorosos, y dado que Falo es la fuente de toda pasión, el hombre tiene grandes dificultades para armonizar su pasión con su amor cuando su experiencia del arquetipo materno es tan castradora. Las más de las veces este tipo de modelo arquetípico se instaura en relación con la esposa. A menudo he oído a una mujer expresar su dolor por no poder tener ternura e intimidad física con su marido, porque inmediatamente él quiere follar. Y a menudo he oído a un hombre quejarse de que su esposa dice no al sexo tras haberle excitado con la intimidad física. Este dilema común es una clara señal de que los dos miembros de la pareja padecen la misma relación negativa con Falo. Si la mujer cediera a la pasión sexual de su marido, sabe que los sentimientos tiernos e íntimos serían eliminados, pues también ella padece la plaga interior del rechazador arquetipo maternal.


La impotencia - mental, espiritual y física - es la consecuencia de la incapacidad que tiene el hombre de abrazar a Falo. Nada cambiará su sentimiento básico de inadecuación hasta que supere su miedo a Falo cuando éste empieza a excitarse, alzándose de forma numinosa desde la raíz de su ser. En el caso de la mujer es distinto. En la medida que ella se sienta conectada a la suavidad y receptividad de su Útero espiritual, se sentirá mujer, a menos que su ala esté insatisfecha por vivir únicamente la necesidad de pensar creativamente, de liberarse espiritualmente de su dependencia respecto a un hombre, de individuarse, se sentirá inadecuada e incompleta hasta que, también ella, permita a la plena potencia de Falo entrar en su conciencia. Pero una mujer puede llevar una vida relativamente plena, aunque inconsciente, durante muchos años antes de verse forzada a luchar con su miedo a Falo. Un hombre no puede. Le resulta esencial para su iniciación en la masculinidad.


La potencia fálica
Cuando la fuerza vital generativa (Falo) es plena y fluyente puede dar miedo, pero siempre inspira respeto y fascinación. El Falo erecto da respeto. Pero el Falo no está siempre erecto, la Fuerza Vital no siempre fluye hacia el exterior. A menudo se retira, o yace pacíficamente dormida. Amar a Falo no solo significa abrazar la propia potencia, sino también la propia impotencia. A menos que acepte sentirse débil, ridículo y desamparado, uno siempre temerá la potente irrupción de Falo. El Falo, como la vida, irrumpe como una gran fuerza fluyente, pero también refluye rápida y súbitamente.


Ahora que hemos relacionado el miedo a la potencia fálica y el miedo a la impotencia, podemos señalar algunas diferencias importantes entre la psicología masculina y la femenina. La incapacidad de iniciar una acción efectiva dirigida a la realización de un deseo tiende a hacer que el hombre se sienta impotente. No necesita actuar en la medida en que se siente capaz de actuar. Una mujer tiende a sentirse impotente especialmente cuando está sin deseo; al menos éste parece ser el caso cuando ella está conectada con la base de su naturaleza uterina. En la medida en que la mujer se sienta abierta para responder a los cambios de la vida, puede, sin sentirse inadecuada, aceptar tanto su pasividad como su incapacidad de actuar efectivamente sobre sus deseos. Por supuesto, puede experimentar dolor y frustración por sus necesidades no satisfechas; sin embargo, su sentido de potencia no depende tanto del poder para actuar, sino más bien de la conexión con su deseo y la fe en su capacidad de responder a su realización. 

Por ejemplo, una mujer joven y extremadamente pasiva vivió durante años en un estado de aislamiento sin ningún tipo de relación con hombres. Tras meses de análisis, en los que rechazó examinar su relación con los hombres y la sexualidad, finalmente reveló que no había encontrado nada malo en su situación en tales áreas. Su sentimiento de adecuación procedía de su fantasía de que tan pronto como el hombre conveniente apareciera en su vida, ella estaría lista para recibirlo. Reveló su identificación con la princesa de La Bella Durmiente al darse cuenta, repentinamente, de que sería incapaz de responder a su príncipe encantado aún en el caso de que apareciera. También un hombre puede vivir durante años en una fantástica ilusión acerca de su potencia. Pero su mito es que él tiene el poder de llevar a cabo su deseo, y que sólo está refrenándose hasta que llegue el momento oportuno.


Así pues, el hombre parece obtener su sentido de fuerza y poder a partir de su capacidad para actuar, mientras que la fuerza de la mujer parece basarse más en su deseo de responder. La exigencia de que Falo siempre esté erecto y capaz de autoafirmarse es, naturalmente, más común entre los hombres que entre mujeres, aunque muchas mujeres están interiormente infectadas por una exigencia similar. El hombre se encontrará débil y mutilado espiritualmente mientras esté atrapado en las siguientes ecuaciones:

Falo erecto = Potencia
Falo flácido = Impotencia

Además, se ve forzado a huir de sus ilusiones fantásticas de potencia fálica para poder mantener su sentido de adecuación y autoestima. La vida para él se convierte en una serie de evasiones. Le resulta intolerablemente dolorosa la realidad de su condición existencial y las dimensiones no-fálicas de su personalidad, de modo que las necesidades auténticas del alma siempre se le escapan y quedan irrealizadas.


Nuestra cultura occidental identifica el progreso y la productividad con la vitalidad y la fuerza masculinas. Lo productivo es potente y creativo; lo improductivo es impotente y destructivo. Sin duda, tales actitudes reflejan una comprensión errónea y una distorsión de la masculinidad. Un hombre puede liberarse de su fijación fálica sólo si experimenta y acepta gozosamente los estados de pasividad, inocencia y desamparo como expresiones de su receptiva naturaleza femenina. En vez de marchitarse con sentimientos de impotencia, el  hombre debe ser capaz de sumergirse profundamente en la fuerza de su propio deseo de ser fertilizado.


Fuente consultada:
Stein, R. M. El falo y la psicología masculina. En: Ser hombre (editor: Keith Thompson). Editorial Kairós (1991).

jueves, 27 de junio de 2013

Sobre la crianza de los hijos varones

Ese difícil pero maravilloso arte de ser padres
Me atrevo a decir que la única manera de entrenarse en las complejidades de la cría de los hijos, tanto hembras como varones, es simplemente lanzándose al agua y teniéndolos. Razón tenía Mafalda, la célebre niña de las tiras cómicas del argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino, cuando le gritaba a su madre: "¡Pues si es cuestión de títulos, yo soy tu HIJA!, ¡y nos graduamos el mismo día!"

No hay manera de aprender a ser padres sino teniendo hijos. Ahora bien,  ¿la crianza de los hijos varones  debe ser distinta a la de las hijas? La única razón por la cual es posible que esto pueda ser oportuno es que los varones y las hembras desarrollen, desde temprana edad, patrones conductuales distintos, más allá de los que la misma cultura les impone. 

¿Y en cuanto al carácter? Algunos científicos afirman que, ciertamente, las diferencias de género se comienzan a notar desde la más temprana infancia. De manera que los niños suelen ser en promedio más inquietos que las niñas. La traducción que hice al español de este artículo, sobre los consejos de un padre da a las madres en relación con la crianza de sus hijos varones, resume la experiencia totalmente personal de Tom Matlack como padre de tres niños, dos de ellos varones, y en particular lo que le ha tocado aprender de su relación ellos y su comparación con él mismo como hombre. He aquí su testimonio:

Raising Boys. A Dad’s Advice for Moms
(Sobre la crianza de los hijos varones. 
Recomendaciones de un padre para las mamás)
8 de febrero de 2012
Por Tom Matlack

Dejemos claro algo antes de proseguir: las mamás son generalmente mejores padres que los papás. Y ese hecho va por partida doble en mi caso. Tuve tres hijos en dos matrimonios y yo soy sin lugar a dudas el eslabón más débil. Mi hija de 17 años y mi hijo de 15 aprecian más a su segunda madre que a mí mismo, lo cual prueba que me casé con la persona correcta pero sigo cargando la responsabilidad de ser padre. Muchos de nosotros lo estamos. 


Dicho esto, existen algunos pocos y sutiles detalles que he tomado a lo largo de mi vida como padre, que podrían ser tomados en cuenta por las madres que crían a sus hijos varones. Señoras, aquí les expongo algunas cosas sobre las qué pensar en relación con sus hijos:

Piensen a la manera cavernícola. Las mujeres adultas poseen miles de estados emocionales, al igual que las niñas (como mi hija). Los chicos, por otro lado, tienden a sentirse básicamente según estos tres estados: disgustados, tristes o felices. No proyecten sus vidas emocionales complejas sobre sus hijos. Su percepción del momento podría no ser tan complicada. Ellos quiere comer, defecar o correr. En un mal día, quieren su juguete consigo antes de que se lo arrebate otro niño. No desean estar al lado de la ventana teniendo una discusión interminable sobre el sentido de la vida, como mi hija solía hacerlo a sus ocho años. Presten atención a sus cuerpos, no a sus palabras. De nuevo, tal como con los hombres adultos, las claves sobre lo que sus hijos hacen lo mostrarán primero a través de su lenguaje corporal. Saltar es el estado natural de su ser y es bueno para ellos. Los hombros caídos es mala señal. Si gritan es bueno, si están demasiado quietos, necesitan atención.


Si dudan, abrácenlos. A los chicos suele serles más difícil que a las niñas verbalizar sus problemas. Mi hijo de cinco años algunas veces rompe a llorar después de eventos triviales. Yo sé que algo pasa muy dentro de ellos, pero no le voy a pedir que me lo diga, al menos no en ese momento (mientras que mi hija no solamente me diría que le pasó, sino que con mucha precisión argumentaría cuál fue mi fallo, lo cual suele ser bastante acertado). Así que en el caso de los chicos la solución es física, no verbal. Yo invierto bastante tiempo abrazando a mis hijos; usualmente sin tener una idea precisa del por qué. Pero en estos casos parece funcionar de maravilla. Un minuto más tarde todo se había arreglado y ellos estaban listos para volver a la acción. Esto funciona bastante bien incluso con mi hijo de 14 años que mide un metro ochenta y es el delantero del Boston College High School.

Sí, todo se resume en hacer pupú. Las niñas aprenden de 6 a 9 meses antes que los chicos a ir al baño, pero una vez que ellos aprenden a hacerlo en el "trono", no hay nada que los detenga. Mover sus intestinos es mucho de lo que les acontece diariamente (tan cierto como que aún es cierto en mi propio caso), y ellos querrán hablar de eso. El tiempo en el baño es como un deporte de participación. Mi hijo de 5 años le gusta ir al baño justo cuando la familia se acaba de sentar a cenar, algunas veces en medio de la cena. Es la oportunidad perfecta que él tiene para declarar que desea ir al baño. Y quiere que yo vaya con él, no precisamente para ayudarlo a limpiarse, sino para establecer una conversación amplia sobre el estatus de su pupú. Aunque al principio esto me pareció inconveniente, ahora tiendo a fluir con eso. Tiempo de calidad es tiempo de calidad con mi hijo.

Batman vive para siempre. Los chicos, aun a una edad muy temprana, se dan cuenta de la importancia de los súper poderes. Ellos quieren ser buenos y creer en la existencia de cosas buenas en el mundo. Los chicos clasifican sus identidades en relación con los personajes míticos de los que han escuchado hablar. Mi hijo está obsesionado con Batman. Por eso viste un disfraz completo del superhéroe, aún en el aeropuerto y en la Avenida Madison. Lo que me maravilla aún más sobre esta atención a los superhéroes es cómo el vigilante de La Guardia, o el chico del aseo urbano lo miran y de inmediato exclaman ¡Batman! Mi hijo asiente ligeramente con su cabeza, reconociendo a su público ante el importante trabajo que tiene entre manos, ir al kinder. 


Actividad física sin propósito definido es perfecta. Una vez en la playa, mi hermano y yo convencimos una vez a sus dos hijos y a mi hijo mayor, todos alrededor de los 10 años, en que lo que ellos necesitaban era construir una estructura hecha de rocas. Las rocas estaban a un lado de la playa, pero el sitio perfecto para levantar la estructura, de acuerdo a nuestra recomendación, estaba al otro lado de la playa. Cada piedra pesaba alrededor de los cinco y los quince kilos. Los chicos comenzaron a mover los peñascos uno a uno, trabajando juntos para levantar los más pesados. Mi hermano y yo colocamos nuestras sillas de playa a mitad de camino entre la pila de rocas y el sitio de construcción. Leímos el periódico durante toda la mañana mientras los muchachos se dedicaban agotadoramente a mover las piedras y ensamblar una tremenda catedral. Para el mediodía ellos estaban exhaustos y felices, y mi hermano y yo habíamos disfrutado una mañana tranquila.

Ganar es importante, pero menos de lo que ustedes piensan. Los chicos, quizás mucho más que las niñas, se exigen al extremo a ellos mismos para destacar en la escuela, en los deportes y en diversas situaciones sociales. Ellos hablan de esto menos, por lo que la derrota puede alcanzar profundidades mayores que en el caso de las chicas. Con los muchachos, es importante enfatizar lo que se puede aprender de los errores y las fallas, en vez de tratar de ganar a toda costa, y destacar el desarrollo del chico en su totalidad. Muy frecuentemente en nuestra cultura, los muchachos son presionados a convertirse en robots de un solo propósito. Lo bueno no es ganar un partido de fútbol, o tener más amigos o ser el más inteligente en clase; se trata más bien de ser amable. Eso es algo que como madres deben ayudar a sus hijos a entender.



La ropa es importante. Sé que existen muchísimas más opciones para vestir a una niña con respecto a un chico, así que la tendencia es darle a ellos unos jeans y una franela y olvidarse del asunto. Pero asegúrense que son los jeans correctos y las franelas correctas. La única batalla real que he sostenido con mis hijos ha tenido que ver con lo que ellos visten. Para ellos estas cosas son más importantes que lo que yo siempre hube imaginado. Ellos quieren verse bien, quieren estar confortables (los pantalones puede que sean ajustados pero no mucho, calientes pero aún así frescos). Yo soy muy categórico con respecto a las prendas de vestir que se usan por más de dos días seguidos, pero no desestimo la importancia de la moda con respecto a mi hijo pequeño. 

Multitudes, no mucho. He notado que a mi hija le brillan los ojos cuando se encuentra entre muchas personas, sea familia o extraños. La masa humana es algo que a ella le da energía. Con mis hijos, y francamente conmigo mismo, es justo lo opuesto. Ellos se vuelven tímidos y tienden a ocultarse detrás de mis piernas. Yo trato de protegerlos de estas situaciones y no los fuerzo más allá de sus propias limitaciones.  

El tiempo para dormir es sagrado. Debido a que los chicos son tan activos, es difícil para ellos estar sentados quietos. El mejor momento del día son los diez minutos antes de que vayan a dormir. Acuéstense en cama con ellos, lean libros y abrácenlos hasta que se queden dormidos. Si ustedes no creen en Dios, lo harán cuando reposen al lado de sus hijos hiperactivos mientras sus cuerpos se adormecen a su lado y comienzan poco a poco a roncar.



Fuente consultada:
http://goodmenproject.com/good-feed-blog/raising-boys-advice-for-moms/