lunes, 17 de junio de 2013

Patrones sociales en los vestuarios masculinos I

The lecturer has no clothes
En marzo pasado llegó a mis manos un artículo del New York Times con el título The Lecturer Has no Clothes, en donde Max Ross, un joven graduado de la Universidad de Nueva York, comparte con los lectores una experiencia vivida hacía un año, en los vestuarios del gimnasio de esa universidad neoyorquina. Utilizando un discurso ameno, Ross nos hace un recorrido por los comportamientos más evidentes de las personas que utilizan los vestuarios para cambiarse de ropa, almacenar sus pertenencias, ducharse luego de sus rutinas de ejercicios, relajarse en los vapores o saunas y hasta socializar con los que en ese momento se encuentran en los menesteres propios de esos espacios. Permítaseme aludir a los pasajes más destacados del artículo, relatados directamente por el propio Ross:
 
"Los hombres que asisten a los vestuarios del Centro Coles para el Deporte y la Recreación de la Universidad de Nueva York conforman un grupo mixto: viejos y jóvenes, gordos y definidos, velludos y lampiños, atletas universitarios y profesores universitarios, administradores universitarios, polacos, judíos, latinos, etc. Cada categoría con sus subdivisiones complicadas, cada uno en distinto grado de desnudez...
... Es hora del almuerzo un martes lluvioso... El vestuario esta abarrotado. Los estudiantes se visten rápidamente, mirando hacia la pared y manteniendo sus toallas alrededor de sus cinturas hasta que se han puesto los pantalones. Los nadadores lo chorrean todo, y un muchacho está parado sobre el banco de manera que sus pies no toquen el piso mojado. Un señor mayor, totalmente desnudo rebusca dentro de su locker como si buscara sin esperanza las huellas de un tren que nunca arribará...
... - ¡Te atrapé, tienes que admitir que te atrapé!- decía un hombre [profesor retirado de historia del arte] a su compañero de racquetball, mientras se vestía en un banco diagonal al mío.
- Me hubieras atrapado si hubieras ganado,- respondía su oponente - pero no ganaste... 
Como siempre, un espíritu de competencia prevalece en los vestuarios; cierto tipo de "juego" se lleva a cabo allí. No me figuro cuáles podrían ser sus reglas, o su meta última, pero estoy seguro que lo más importante es argumentar todo lo que sea posible para no reconocer el hecho de que todo el mundo está desnudo. Con pocas excepciones, los hombres mayores (profesores eméritos principalmente) tienen las mejores posibilidades de afrontar esta desnudez, sin embargo un chico francés en sus veinte, cursando la Maestría en Arte, ha demostrado estar muy bien entrenado. Los hombres se paran frente a los lavamanos y se sientan sobre los bancos a charlar al parecer por horas..."
[La discusión entre los dos hombres discurre hacia el tema de la literatura y los argumentos en favor o en contra de si existen o existieron escritores holandeses realmente importantes. Ross (el autor del artículo), una vez se ha cambiado a su indumentaria deportiva, sale del vestuario para hacer su rutina de ejercicios]: 
"... Cuando regreso de las caminadoras, alrededor de 30 minutos más tarde, el profesor de historia está aún desnudo, aún discutiendo interminablemente. Un par de calzoncillos negros cuelgan de su mano, como si amenazara con ponérselos, mientras que el que lo escucha, el mismo señor grueso, quien ya está prácticamente vestido, pareciera querer tratar de escapar...
... Aparte del entrenamiento, y los apartamentos con escaso suministro de agua caliente, que me han llevado frecuentemente a las duchas del gimnasio, yo me considero un amateur en este deporte: aún para mí es poco confortable hablar desnudo, sentado sobre una toalla. Quizás tiene que ver con la madurez, y estos hombres han llegado a un punto donde, sin importar la situación, se sienten totalmente a gusto estando en pelotas: ¿qué puede significar para ellos un instante bochornoso frente a toda una vida de experiencias al desnudo?, o quizás son muy maduros y ya han pasado la edad de desempeño sexual, por lo que necesitan afianzar su masculinidad en áreas semipúblicas...
... - ¡Piensa en ello! Kandinsky. Es simple, aunque realmente lo encuentro poco profundo. - dice el profesor de historia... Su compañero refuta, toma su sombrilla y se va. Ya solo, el juego termina. El profesor retirado mira alrededor para ver si hay alguna otra persona con la cual discutir sus puntos de vista (mientras, yo meto la cara en mi locker como buscando algo que no encuentro). Reconociendo que el encuentro ha terminado, el profesor finalmente se pone sus interiores".
 

El artículo se hace interesante porque, de alguna manera, describe algunos de los comportamientos más comunes de las personas en los vestuarios, los cuales (estoy de acuerdo con Ross), parecen depender en gran medida de la edad de los usuarios. Sin embargo, aunque soy consciente de que existen muchos puntos de vista en relación con los propósitos de los vestuarios de un gimnasio, es seguro que estas son áreas diseñadas para el aseo y el almacenamiento de las pertenencias de los usuarios; pero, en vista de que el ser humano es un ser social, no hay por qué descartar que también estos espacios sean utilizados para la socialización entre amigos.
 

El asunto de la desnudez es otro tema que suscita un amplio debate y de la cual existen muchos puntos de vista, en mi opinión signados por la formación que recibimos desde pequeños en el seno de nuestras familias y al abrigo de la religión. Según la opinión de Ross, la socialización es una excusa para evitar enfrentarse al hecho de que las personas que están alrededor se encuentran en distintos grados de desnudez, y es la única razón por la cual una persona (el profesor de historia del arte) pueda permanecer al menos casi una hora en el vestuario totalmente en pelotas. Este es, según mi criterio, un razonamiento un tanto forzado; en cambio, encuentro plausible que, entre las razones que guían a las personas a socializar al desnudo podrían estar el sentimiento consciente o inconsciente de la libertad, la ruptura total de la formalidad que representa el uso de la ropa y el mismo hecho de representar una oportunidad especial de socializar entre hombres en un ambiente especial de naturaleza exclusivamente masculina.

Desnudos vs la danza de la toalla
Es curioso esto de la desnudez. Me atrevería a decir que, de todas las áreas que comprenden los gimnasios actuales, es solamente en los vestuarios donde permanece el espíritu que movió a los griegos a crear la institución del gimnasium, un término que proviene del griego antiguo gymnos que significa literalmente "desnudez" (más detalles en nuestro artículo "El gimnasio y el culto al cuerpo masculino en la antigua Grecia").
 
Particularmente en el gimnasio al que asisto, hay un cartel que dice expresamente "es obligatorio el uso de la toalla para andar en el vestuario". Cuando leí el anuncio por primera vez me llamó sobremanera la atención lo absurdo de la regla, ya que, si se supone que el vestuario es un área especial para ducharse, asearse (afeitarse, cepillarse los dientes, peinarse), relajarse (en el sauna seco o el vapor), utilizar los urinarios y los toiletes, y cambiarse de ropa; un lugar al que acceden solamente hombres como uno, entonces, si quisieras ir de un lugar a otro y te encontraras desnudo, tienes que hacerlo a juro con una toalla alrededor de tu cintura. Lo expresamente ridículo del anuncio es que, sin necesidad de cartel alguno, eso es precisamente lo que hacen la mayoría de los hombres cuando deambulan por el área del vestuario. Sin embargo, para mí no tendría mayor problema si yo o cualquier otra persona quisiera hacerlo desnudo, incluso para aprovechar y  permitirse, en esos espacios, disfrutar precisamente la sensación de desinhibición y libertad que representa la desnudez. Lo más curioso de todo es que, observando el comportamiento de los hombres allí, muchos no parecen tomar en serio la regla: si bien muchos caminan con la toalla a la cintura o en calzoncillos, otros deambulan desnudos, con la toalla al hombro.
 
 
Coincido sin embargo con otra apreciación de Ross: en general los jóvenes tienden a ser más pudorosos, y a pesar de que el área de los vestidores es amplia, con suficientes bancos, muchos se llevan sus morrales y pertenencias para la ducha, y dentro de los cubículos con cortinas de las duchas se desvisten, se bañan y se visten de nuevo. Un pudor que a mí en particular me parece extremo. Los otros que se aventuran a acercarse a los bancos para vestirse realizan lo que a manera de chiste denominamos "la danza de la toalla", refiriéndose a esa hazaña de intentar ponerse los calzoncillos con la toalla puesta, tratando de subir la prenda interior procurando mantener la toalla alrededor de la cintura para no dejar expuesta a las miradas de otros ni un centímetro de su anatomía genital.

Del pudor obsesivo al desparpajo exhibicionista
Así que, por un lado, están los pudorosos, los que se tapan totalmente para cambiarse de ropa; en el otro extremo, en cambio, podemos considerar dos tipos de hombres: los exhibicionistas y los adultos que rondan la ancianidad. La características común a ambos es un comportamiento totalmente desinhibido al caminar de un lado a otro del vestuario, afeitarse, cepillarse, verse en el espejo, salir al espacio entre las duchas a conversar con los amigos que se duchan al lado, orinar en los urinarios o sentarse en los bancos a hablar con los compañeros, todo en completa desnudez. 

Los exhibicionistas normalmente son hombres que ostentan cuerpos bien definidos o penes grandes, y con su comportamiento parcieran intentar asegurar que las miradas de todos los demás recaigan en sus atributos (¿será precisamente para ellos la advertencia en el anuncio impreso en el gimnasio al que yo asisto?): en el vapor o el sauna no se contentan con sentarse simplemente para relajarse, sino que caminan de allá para acá. Estos suelen dejar para el final ponerse los interiores, de manera que puede vérseles en camisa, corbata y medias, con los genitales expuestos; parecieran contradecir a propósito esa regla tan antigua que reza "los calzoncillos son lo primero que se pone un hombre".
 
 
Los adultos mayores son abuelos con cuerpos regordetes, que no reparan en deambular con total libertad mostrando sus carnes caídas y testículos colgantes; en general son los más habladores, tal como el profesor emérito del gym de la Universidad de Nueva York, y no están preocupados por su apariencia, o si alguien repara en ella.
 
En medio de estos extremos estamos quizás la gran mayoría de los hombres: personas que no nos preocupa estar desnudos delante de otros pero que no hacemos de ese echo un alarde. Si vamos al vapor o al sauna y nos provoca sentarnos simplemente sobre la toalla, o tenemos que vestirnos luego de ducharnos y para ello debemos estar desnudos, pues lo hacemos sin que ello sea motivo de bochorno.
 
 
Estas conductas de las personas ante situaciones especiales creo que pueden estar fuertemente influidas por la educación que hemos recibido a lo largo de nuestra vida, por el desarrollo personal que tuvimos para hacernos adultos y nuestras convicciones como entes pensantes y con raciocinio, pero también tiene que ver con los factores sociales que nos tocó vivir en nuestro entorno familiar o de desempeño comunitario. Sin que sea criticable una u otra manera de comportarse en estos espacios especiales para hombres, podría este análisis despertar la inquietud sobre el tipo de educación y demás condicionamientos sociales que recibimos desde jóvenes.

Fuente consultada:

2 comentarios:

  1. Coincido en varios puntos con ross, uno de ellos es la edad, que se tenga, eso hará mas o menos pudoroso nuestro comportamiento, también el medio social social donde te desenvuelvas, si eres artista (actor, bailarín) o deportista, estarás acostumbrado a andar desnudo delante de algunas personas, igual agrego que también es cuestión de en que sociedad vivas, hay algunas para las cuales el nudismo es una situación tan común como ir al baño...

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    1. Yo tiendo a pensar que influye muchísimo la manera en que te han criado y coincido contigo en que el entorno social influye muchísimo. Ciertamente creo que los más jóvenes siempre están más preocupados por "cuadrar" en sus entornos sociales y para ellos cualquier cosa que implique tener una "baja calificación" (en el caso de los gimnasios al sentir que son evaluado por su desempeño físico, forma corporal o dotación genital) siempre lleva una carga de ansiedad la cual les resulta difícil de manejar.
      Lo que me parece más bien totalmente fuera de contexto, en el caso de las opiniones de los americanos (y en particular las mujeres), en la segunda parte de este artículo, es querer relacionar los comportamientos masculinos relacionados con la desnudez con el sexo... Por experiencia propia y en tono totalmente personal puedo decir que el asunto sexual relacionado con la desnudez en estos espacios sociales es despreciable... Así como también puedo expresar abiertamente el hecho de que los hombres tiendan a mirar el cuerpo de los demás, o mirar sus genitales, no tiene nada que ver con algo sexual: en algún momento de mi etapa juvenil era más bien producto de una curiosidad natural por comparar. J.L.

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