sábado, 21 de julio de 2012

Tendencias de la ropa interior masculina


La necesidad de vestirse y los avatares de la moda
Siempre me he preguntado las razones que llevaron a las civilizaciones antiguas a adoptar ciertos tipos de atuendos. En primer lugar se me ocurre que el vestirse tuvo que ver, en un principio, con una necesidad de protección y mantenimiento de la temperatura corporal, bajo condiciones ambientales extremas. Es seguro que el ropaje permitiera que el ser humano conquistara lugares que ofrecían, al menos en un momento del año, temperaturas extremadamente bajas. Así, el uso pieles alrededor del cuerpo le permitía al hombre primitivo permanecer caliente, al menos a la intemperie, fuera de sus refugios y del fuego.

Aunque la vestimenta tenga un sentido primariamente utilitario, es bien sabido que la historia de la moda y del traje es tan interesante como la historia misma de los hechos del ser humano. Desde la antigüedad, y ante las diferencias físicas evidentes entre hombres y mujeres, se desarrolló un estilo de vestimenta especial para cada género, y su propósito, con el tiempo, pasó a ser algo más que una razón estrictamente utilitaria. El vestido, como prenda de exhibición, puede denotar poder, castas, costumbres, pueblos y riqueza. Según Otto Steinmayer:

"La vestimenta humana, en su sentido más amplio incluye, aparte de las prendas de tela, ornamentos y pintura corporal... La función más profunda del vestido es ornamentar el cuerpo, como una forma de "humanizar" y "socializar" a las personas. Algunos indígenas sudamericanos han expresado que ellos se ornamentan porque si no lo hicieran sentirían que no hay ninguna diferencia entre ellos y los animales. Los ornamentos son una necesidad en su caso para mantener su identidad como seres humanos".

Sin embargo, la ornamentación no debemos atribuirla exclusivamente al ser humano. En el mundo animal, estas exhibiciones de "ornamentos" corporales han evolucionado de manera natural y pueden observarse principalmente entre los machos, los cuales generalmente exhiben colores y formas corporales más llamativas en relación con las hembras. En estos casos podría decirse que se trata de una estrategia adaptativa cuya función es, entre otras, la atracción de pareja o como señal de advertencia para otros machos sobre la propiedad de su territorio. En el caso del ser humano, esta misma tendencia pudo ser observada en el atuendo masculino, particularmente en ciertas épocas de la historia de la humanidad, y especialmente asociada a la ropa bélica. No es de extrañar que muchas mujeres se sientan atraídas por hombres con ropa militar.

La pertinencia de no andar con las bolas al aire
Puede decirse que la ropa íntima ha seguido un camino histórico muy interesante porque, al tratarse de un atuendo que generalmente permanece oculto bajo la ropa, podría pensarse que su función está asociada a razones principalmente utilitarias, más que de exhibición. En principio, la ropa interior cumplió con la función de no exponer los genitales. Ocultar la zona genital como protección pero también obedeciendo a tabúes propios de las sociedades de muchas partes del mundo. En el caso de los hombres, esa pertinencia de no andar con "las bolas al aire" manifiesta la dualidad propia de su propia esencia. Como dijimos en otro tema de este blog, los genitales masculinos son eminentemente externos, el falo se debate entre mostrarse y ocultarse, y la ropa interior viene a cumplir con la función de velar socialmente la sexualidad genital.

Junto con la tendencia, culturalmente heredada, de ocultar nuestra masculinidad genital, las pautas que definieron el diseño de la ropa interior, hasta hace muy poco, estuvieron asociadas entonces con la higiene y la protección genital. Las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres dictaminaron, en todas las épocas de la humanidad, la confección y los estilos de la vestimenta de ambos sexos, incluyendo la ropa interior: en el caso del hombre, debido a que sus genitales son externos y voluminosos, como ya se ha mencionado, la ropa interior se debate entre la exhibición de sus atributos sexuales y el confort.

En esta contienda entre forma y función, la prenda intima masculina se inclinó durante siglos principalmente por la "función", asociada simplemente con la protección e higiene del área genital. La ropa interior femenina, por su parte, se asoció más bien a la "forma", destacando sus atributos sexuales, principalmente la cintura, los pechos, las caderas y los glúteos; en ambos casos siempre conservando su condición de prenda interior, oculta, velada por las modas del atuendo externo.

Sin embargo, en la actualidad, la ropa interior ha llegado a ocupar un puesto en importancia casi a la par con la ropa y el vestido. En estos tiempos de enfrentamientos entre la masculinidad y el feminismo, según las últimas tendencias de la moda y con la atención que los medios de comunicación le han destinado, se intenta equiparar las prendas interiores masculinas con las femeninas: mientras las voluptuosas modelos de Victoria´s Secret desfilan en pasarela mostrando las tendencias actuales de la lencería, destacando prendas llamativamente sensuales, marcas como Calvin Klein, 2(x)ist, Dolce & Gavana, o Aussiebum promueven estilos de ropa interior masculina que compiten igualmente entre la calidad y el confort con el diseño colorido o las formas atrevidas que antes estaban destinadas sólo a las prendas femeninas. Podríamos decir que otra de las funciones actuales de la lencería y la ropa interior es "redibujar" y realzar las formas del cuerpo de ambos sexos, destacando sus atributos sin perder su esencia.

He aquí otra justificación sobre el deseo del ser humano de vestirse: con las prendas del vestido, los accesorios y otros ornamentos las personas pueden exhibir su personalidad. En resumen, podemos estar de acuerdo con Steinmayer, para quien la razón última para portar un vestido externo e interior, es el deseo universal humano de hacer algo con el cuerpo: decorarlo, constreñirlo, amoldarlo, llegando incluso a pintarlo o tatuarlo. La ropa interior en el caso del hombre, busca ahora destacar los atributos masculinos, a la vez que lo hace sentirse cómodo, seco y protegido.

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