La
necesidad de vestirse y los avatares de la moda
Siempre
me he preguntado las razones que llevaron a las civilizaciones antiguas a
adoptar ciertos tipos de atuendos. En primer lugar se me ocurre que el vestirse
tuvo que ver, en un principio, con una necesidad de protección y mantenimiento de la
temperatura corporal, bajo condiciones ambientales extremas. Es seguro que el
ropaje permitiera que el ser humano conquistara lugares que ofrecían, al menos en un momento del
año, temperaturas extremadamente
bajas. Así, el uso pieles alrededor del
cuerpo le permitía al hombre primitivo
permanecer caliente, al menos a la intemperie, fuera de sus refugios y del
fuego.
Aunque la
vestimenta tenga un sentido primariamente utilitario, es bien sabido que la
historia de la moda y del traje es tan interesante como la historia misma de
los hechos del ser humano. Desde la antigüedad, y ante las diferencias físicas evidentes entre hombres
y mujeres, se desarrolló un estilo de vestimenta
especial para cada género, y su propósito, con el tiempo, pasó a ser algo más que una razón estrictamente utilitaria. El
vestido, como prenda de exhibición, puede denotar poder, castas, costumbres, pueblos y
riqueza. Según Otto Steinmayer:
"La vestimenta humana, en su sentido más amplio incluye, aparte de
las prendas de tela, ornamentos y pintura corporal... La función más profunda del vestido es
ornamentar el cuerpo, como una forma de "humanizar" y
"socializar" a las personas. Algunos indígenas sudamericanos han
expresado que ellos se ornamentan porque si no lo hicieran sentirían que no hay ninguna
diferencia entre ellos y los animales. Los ornamentos son una necesidad en su
caso para mantener su identidad como seres humanos".
Sin
embargo, la ornamentación no debemos atribuirla
exclusivamente al ser humano. En el mundo animal, estas exhibiciones de
"ornamentos" corporales han evolucionado de manera natural y pueden
observarse principalmente entre los machos, los cuales generalmente exhiben
colores y formas corporales más
llamativas en relación con las hembras. En estos
casos podría decirse que se trata de una
estrategia adaptativa cuya función es, entre otras, la atracción de pareja o como señal de advertencia para otros
machos sobre la propiedad de su territorio. En el caso del ser humano, esta
misma tendencia pudo ser observada en el atuendo masculino, particularmente en
ciertas épocas de la historia de la
humanidad, y especialmente asociada a la ropa bélica. No es de extrañar que muchas mujeres se sientan atraídas por hombres con ropa
militar.
La
pertinencia de no andar con las bolas al aire
Puede
decirse que la ropa íntima ha seguido un camino
histórico muy interesante porque,
al tratarse de un atuendo que generalmente permanece oculto bajo la ropa, podría pensarse que su función está asociada a razones
principalmente utilitarias, más
que de exhibición. En principio, la ropa
interior cumplió con la función de no exponer los genitales.
Ocultar la zona genital como protección pero también obedeciendo a tabúes propios de las sociedades de muchas partes del
mundo. En el caso de los hombres, esa pertinencia de no andar con "las
bolas al aire" manifiesta la dualidad propia de su propia esencia. Como
dijimos en otro tema de este blog, los genitales masculinos son eminentemente
externos, el falo se debate entre mostrarse y ocultarse, y la ropa interior
viene a cumplir con la función
de velar socialmente la sexualidad genital.
Junto con
la tendencia, culturalmente heredada, de ocultar nuestra masculinidad genital,
las pautas que definieron el diseño de la ropa interior, hasta hace muy poco, estuvieron
asociadas entonces con la higiene y la protección genital. Las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres
dictaminaron, en todas las épocas
de la humanidad, la confección
y los estilos de la vestimenta de ambos sexos, incluyendo la ropa interior: en
el caso del hombre, debido a que sus genitales son externos y voluminosos, como
ya se ha mencionado, la ropa interior se debate entre la exhibición de sus atributos sexuales y
el confort.
En esta
contienda entre forma y función,
la prenda intima masculina se inclinó durante siglos principalmente por la "función", asociada simplemente
con la protección e higiene del área genital. La ropa interior
femenina, por su parte, se asoció más
bien a la "forma", destacando sus atributos sexuales, principalmente
la cintura, los pechos, las caderas y los glúteos; en ambos casos siempre conservando su condición de prenda interior, oculta,
velada por las modas del atuendo externo.
Sin
embargo, en la actualidad, la ropa interior ha llegado a ocupar un puesto en importancia casi a la par con la ropa y el vestido. En
estos tiempos de enfrentamientos entre la masculinidad y el feminismo, según las últimas tendencias de la moda y
con la atención que los medios de comunicación le han destinado, se intenta
equiparar las prendas interiores masculinas con las femeninas: mientras las
voluptuosas modelos de Victoria´s
Secret desfilan en pasarela mostrando las tendencias actuales de la lencería, destacando prendas
llamativamente sensuales, marcas como Calvin Klein, 2(x)ist, Dolce &
Gavana, o Aussiebum promueven estilos de ropa interior masculina que compiten
igualmente entre la calidad y el confort con el diseño colorido o las formas
atrevidas que antes estaban destinadas sólo a las prendas femeninas. Podríamos decir que otra de las
funciones actuales de la lencería
y la ropa interior es "redibujar" y realzar las formas del cuerpo de
ambos sexos, destacando sus atributos sin perder su esencia.
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