jueves, 27 de junio de 2013

Sobre la crianza de los hijos varones

Ese difícil pero maravilloso arte de ser padres
Me atrevo a decir que la única manera de entrenarse en las complejidades de la cría de los hijos, tanto hembras como varones, es simplemente lanzándose al agua y teniéndolos. Razón tenía Mafalda, la célebre niña de las tiras cómicas del argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino, cuando le gritaba a su madre: "¡Pues si es cuestión de títulos, yo soy tu HIJA!, ¡y nos graduamos el mismo día!"

No hay manera de aprender a ser padres sino teniendo hijos. Ahora bien,  ¿la crianza de los hijos varones  debe ser distinta a la de las hijas? La única razón por la cual es posible que esto pueda ser oportuno es que los varones y las hembras desarrollen, desde temprana edad, patrones conductuales distintos, más allá de los que la misma cultura les impone. 

¿Y en cuanto al carácter? Algunos científicos afirman que, ciertamente, las diferencias de género se comienzan a notar desde la más temprana infancia. De manera que los niños suelen ser en promedio más inquietos que las niñas. La traducción que hice al español de este artículo, sobre los consejos de un padre da a las madres en relación con la crianza de sus hijos varones, resume la experiencia totalmente personal de Tom Matlack como padre de tres niños, dos de ellos varones, y en particular lo que le ha tocado aprender de su relación ellos y su comparación con él mismo como hombre. He aquí su testimonio:

Raising Boys. A Dad’s Advice for Moms
(Sobre la crianza de los hijos varones. 
Recomendaciones de un padre para las mamás)
8 de febrero de 2012
Por Tom Matlack

Dejemos claro algo antes de proseguir: las mamás son generalmente mejores padres que los papás. Y ese hecho va por partida doble en mi caso. Tuve tres hijos en dos matrimonios y yo soy sin lugar a dudas el eslabón más débil. Mi hija de 17 años y mi hijo de 15 aprecian más a su segunda madre que a mí mismo, lo cual prueba que me casé con la persona correcta pero sigo cargando la responsabilidad de ser padre. Muchos de nosotros lo estamos. 


Dicho esto, existen algunos pocos y sutiles detalles que he tomado a lo largo de mi vida como padre, que podrían ser tomados en cuenta por las madres que crían a sus hijos varones. Señoras, aquí les expongo algunas cosas sobre las qué pensar en relación con sus hijos:

Piensen a la manera cavernícola. Las mujeres adultas poseen miles de estados emocionales, al igual que las niñas (como mi hija). Los chicos, por otro lado, tienden a sentirse básicamente según estos tres estados: disgustados, tristes o felices. No proyecten sus vidas emocionales complejas sobre sus hijos. Su percepción del momento podría no ser tan complicada. Ellos quiere comer, defecar o correr. En un mal día, quieren su juguete consigo antes de que se lo arrebate otro niño. No desean estar al lado de la ventana teniendo una discusión interminable sobre el sentido de la vida, como mi hija solía hacerlo a sus ocho años. Presten atención a sus cuerpos, no a sus palabras. De nuevo, tal como con los hombres adultos, las claves sobre lo que sus hijos hacen lo mostrarán primero a través de su lenguaje corporal. Saltar es el estado natural de su ser y es bueno para ellos. Los hombros caídos es mala señal. Si gritan es bueno, si están demasiado quietos, necesitan atención.


Si dudan, abrácenlos. A los chicos suele serles más difícil que a las niñas verbalizar sus problemas. Mi hijo de cinco años algunas veces rompe a llorar después de eventos triviales. Yo sé que algo pasa muy dentro de ellos, pero no le voy a pedir que me lo diga, al menos no en ese momento (mientras que mi hija no solamente me diría que le pasó, sino que con mucha precisión argumentaría cuál fue mi fallo, lo cual suele ser bastante acertado). Así que en el caso de los chicos la solución es física, no verbal. Yo invierto bastante tiempo abrazando a mis hijos; usualmente sin tener una idea precisa del por qué. Pero en estos casos parece funcionar de maravilla. Un minuto más tarde todo se había arreglado y ellos estaban listos para volver a la acción. Esto funciona bastante bien incluso con mi hijo de 14 años que mide un metro ochenta y es el delantero del Boston College High School.

Sí, todo se resume en hacer pupú. Las niñas aprenden de 6 a 9 meses antes que los chicos a ir al baño, pero una vez que ellos aprenden a hacerlo en el "trono", no hay nada que los detenga. Mover sus intestinos es mucho de lo que les acontece diariamente (tan cierto como que aún es cierto en mi propio caso), y ellos querrán hablar de eso. El tiempo en el baño es como un deporte de participación. Mi hijo de 5 años le gusta ir al baño justo cuando la familia se acaba de sentar a cenar, algunas veces en medio de la cena. Es la oportunidad perfecta que él tiene para declarar que desea ir al baño. Y quiere que yo vaya con él, no precisamente para ayudarlo a limpiarse, sino para establecer una conversación amplia sobre el estatus de su pupú. Aunque al principio esto me pareció inconveniente, ahora tiendo a fluir con eso. Tiempo de calidad es tiempo de calidad con mi hijo.

Batman vive para siempre. Los chicos, aun a una edad muy temprana, se dan cuenta de la importancia de los súper poderes. Ellos quieren ser buenos y creer en la existencia de cosas buenas en el mundo. Los chicos clasifican sus identidades en relación con los personajes míticos de los que han escuchado hablar. Mi hijo está obsesionado con Batman. Por eso viste un disfraz completo del superhéroe, aún en el aeropuerto y en la Avenida Madison. Lo que me maravilla aún más sobre esta atención a los superhéroes es cómo el vigilante de La Guardia, o el chico del aseo urbano lo miran y de inmediato exclaman ¡Batman! Mi hijo asiente ligeramente con su cabeza, reconociendo a su público ante el importante trabajo que tiene entre manos, ir al kinder. 


Actividad física sin propósito definido es perfecta. Una vez en la playa, mi hermano y yo convencimos una vez a sus dos hijos y a mi hijo mayor, todos alrededor de los 10 años, en que lo que ellos necesitaban era construir una estructura hecha de rocas. Las rocas estaban a un lado de la playa, pero el sitio perfecto para levantar la estructura, de acuerdo a nuestra recomendación, estaba al otro lado de la playa. Cada piedra pesaba alrededor de los cinco y los quince kilos. Los chicos comenzaron a mover los peñascos uno a uno, trabajando juntos para levantar los más pesados. Mi hermano y yo colocamos nuestras sillas de playa a mitad de camino entre la pila de rocas y el sitio de construcción. Leímos el periódico durante toda la mañana mientras los muchachos se dedicaban agotadoramente a mover las piedras y ensamblar una tremenda catedral. Para el mediodía ellos estaban exhaustos y felices, y mi hermano y yo habíamos disfrutado una mañana tranquila.

Ganar es importante, pero menos de lo que ustedes piensan. Los chicos, quizás mucho más que las niñas, se exigen al extremo a ellos mismos para destacar en la escuela, en los deportes y en diversas situaciones sociales. Ellos hablan de esto menos, por lo que la derrota puede alcanzar profundidades mayores que en el caso de las chicas. Con los muchachos, es importante enfatizar lo que se puede aprender de los errores y las fallas, en vez de tratar de ganar a toda costa, y destacar el desarrollo del chico en su totalidad. Muy frecuentemente en nuestra cultura, los muchachos son presionados a convertirse en robots de un solo propósito. Lo bueno no es ganar un partido de fútbol, o tener más amigos o ser el más inteligente en clase; se trata más bien de ser amable. Eso es algo que como madres deben ayudar a sus hijos a entender.



La ropa es importante. Sé que existen muchísimas más opciones para vestir a una niña con respecto a un chico, así que la tendencia es darle a ellos unos jeans y una franela y olvidarse del asunto. Pero asegúrense que son los jeans correctos y las franelas correctas. La única batalla real que he sostenido con mis hijos ha tenido que ver con lo que ellos visten. Para ellos estas cosas son más importantes que lo que yo siempre hube imaginado. Ellos quieren verse bien, quieren estar confortables (los pantalones puede que sean ajustados pero no mucho, calientes pero aún así frescos). Yo soy muy categórico con respecto a las prendas de vestir que se usan por más de dos días seguidos, pero no desestimo la importancia de la moda con respecto a mi hijo pequeño. 

Multitudes, no mucho. He notado que a mi hija le brillan los ojos cuando se encuentra entre muchas personas, sea familia o extraños. La masa humana es algo que a ella le da energía. Con mis hijos, y francamente conmigo mismo, es justo lo opuesto. Ellos se vuelven tímidos y tienden a ocultarse detrás de mis piernas. Yo trato de protegerlos de estas situaciones y no los fuerzo más allá de sus propias limitaciones.  

El tiempo para dormir es sagrado. Debido a que los chicos son tan activos, es difícil para ellos estar sentados quietos. El mejor momento del día son los diez minutos antes de que vayan a dormir. Acuéstense en cama con ellos, lean libros y abrácenlos hasta que se queden dormidos. Si ustedes no creen en Dios, lo harán cuando reposen al lado de sus hijos hiperactivos mientras sus cuerpos se adormecen a su lado y comienzan poco a poco a roncar.



Fuente consultada:
http://goodmenproject.com/good-feed-blog/raising-boys-advice-for-moms/ 

lunes, 17 de junio de 2013

Patrones sociales en los vestuarios masculinos I

The lecturer has no clothes
En marzo pasado llegó a mis manos un artículo del New York Times con el título The Lecturer Has no Clothes, en donde Max Ross, un joven graduado de la Universidad de Nueva York, comparte con los lectores una experiencia vivida hacía un año, en los vestuarios del gimnasio de esa universidad neoyorquina. Utilizando un discurso ameno, Ross nos hace un recorrido por los comportamientos más evidentes de las personas que utilizan los vestuarios para cambiarse de ropa, almacenar sus pertenencias, ducharse luego de sus rutinas de ejercicios, relajarse en los vapores o saunas y hasta socializar con los que en ese momento se encuentran en los menesteres propios de esos espacios. Permítaseme aludir a los pasajes más destacados del artículo, relatados directamente por el propio Ross:
 
"Los hombres que asisten a los vestuarios del Centro Coles para el Deporte y la Recreación de la Universidad de Nueva York conforman un grupo mixto: viejos y jóvenes, gordos y definidos, velludos y lampiños, atletas universitarios y profesores universitarios, administradores universitarios, polacos, judíos, latinos, etc. Cada categoría con sus subdivisiones complicadas, cada uno en distinto grado de desnudez...
... Es hora del almuerzo un martes lluvioso... El vestuario esta abarrotado. Los estudiantes se visten rápidamente, mirando hacia la pared y manteniendo sus toallas alrededor de sus cinturas hasta que se han puesto los pantalones. Los nadadores lo chorrean todo, y un muchacho está parado sobre el banco de manera que sus pies no toquen el piso mojado. Un señor mayor, totalmente desnudo rebusca dentro de su locker como si buscara sin esperanza las huellas de un tren que nunca arribará...
... - ¡Te atrapé, tienes que admitir que te atrapé!- decía un hombre [profesor retirado de historia del arte] a su compañero de racquetball, mientras se vestía en un banco diagonal al mío.
- Me hubieras atrapado si hubieras ganado,- respondía su oponente - pero no ganaste... 
Como siempre, un espíritu de competencia prevalece en los vestuarios; cierto tipo de "juego" se lleva a cabo allí. No me figuro cuáles podrían ser sus reglas, o su meta última, pero estoy seguro que lo más importante es argumentar todo lo que sea posible para no reconocer el hecho de que todo el mundo está desnudo. Con pocas excepciones, los hombres mayores (profesores eméritos principalmente) tienen las mejores posibilidades de afrontar esta desnudez, sin embargo un chico francés en sus veinte, cursando la Maestría en Arte, ha demostrado estar muy bien entrenado. Los hombres se paran frente a los lavamanos y se sientan sobre los bancos a charlar al parecer por horas..."
[La discusión entre los dos hombres discurre hacia el tema de la literatura y los argumentos en favor o en contra de si existen o existieron escritores holandeses realmente importantes. Ross (el autor del artículo), una vez se ha cambiado a su indumentaria deportiva, sale del vestuario para hacer su rutina de ejercicios]: 
"... Cuando regreso de las caminadoras, alrededor de 30 minutos más tarde, el profesor de historia está aún desnudo, aún discutiendo interminablemente. Un par de calzoncillos negros cuelgan de su mano, como si amenazara con ponérselos, mientras que el que lo escucha, el mismo señor grueso, quien ya está prácticamente vestido, pareciera querer tratar de escapar...
... Aparte del entrenamiento, y los apartamentos con escaso suministro de agua caliente, que me han llevado frecuentemente a las duchas del gimnasio, yo me considero un amateur en este deporte: aún para mí es poco confortable hablar desnudo, sentado sobre una toalla. Quizás tiene que ver con la madurez, y estos hombres han llegado a un punto donde, sin importar la situación, se sienten totalmente a gusto estando en pelotas: ¿qué puede significar para ellos un instante bochornoso frente a toda una vida de experiencias al desnudo?, o quizás son muy maduros y ya han pasado la edad de desempeño sexual, por lo que necesitan afianzar su masculinidad en áreas semipúblicas...
... - ¡Piensa en ello! Kandinsky. Es simple, aunque realmente lo encuentro poco profundo. - dice el profesor de historia... Su compañero refuta, toma su sombrilla y se va. Ya solo, el juego termina. El profesor retirado mira alrededor para ver si hay alguna otra persona con la cual discutir sus puntos de vista (mientras, yo meto la cara en mi locker como buscando algo que no encuentro). Reconociendo que el encuentro ha terminado, el profesor finalmente se pone sus interiores".
 

El artículo se hace interesante porque, de alguna manera, describe algunos de los comportamientos más comunes de las personas en los vestuarios, los cuales (estoy de acuerdo con Ross), parecen depender en gran medida de la edad de los usuarios. Sin embargo, aunque soy consciente de que existen muchos puntos de vista en relación con los propósitos de los vestuarios de un gimnasio, es seguro que estas son áreas diseñadas para el aseo y el almacenamiento de las pertenencias de los usuarios; pero, en vista de que el ser humano es un ser social, no hay por qué descartar que también estos espacios sean utilizados para la socialización entre amigos.
 

El asunto de la desnudez es otro tema que suscita un amplio debate y de la cual existen muchos puntos de vista, en mi opinión signados por la formación que recibimos desde pequeños en el seno de nuestras familias y al abrigo de la religión. Según la opinión de Ross, la socialización es una excusa para evitar enfrentarse al hecho de que las personas que están alrededor se encuentran en distintos grados de desnudez, y es la única razón por la cual una persona (el profesor de historia del arte) pueda permanecer al menos casi una hora en el vestuario totalmente en pelotas. Este es, según mi criterio, un razonamiento un tanto forzado; en cambio, encuentro plausible que, entre las razones que guían a las personas a socializar al desnudo podrían estar el sentimiento consciente o inconsciente de la libertad, la ruptura total de la formalidad que representa el uso de la ropa y el mismo hecho de representar una oportunidad especial de socializar entre hombres en un ambiente especial de naturaleza exclusivamente masculina.

Desnudos vs la danza de la toalla
Es curioso esto de la desnudez. Me atrevería a decir que, de todas las áreas que comprenden los gimnasios actuales, es solamente en los vestuarios donde permanece el espíritu que movió a los griegos a crear la institución del gimnasium, un término que proviene del griego antiguo gymnos que significa literalmente "desnudez" (más detalles en nuestro artículo "El gimnasio y el culto al cuerpo masculino en la antigua Grecia").
 
Particularmente en el gimnasio al que asisto, hay un cartel que dice expresamente "es obligatorio el uso de la toalla para andar en el vestuario". Cuando leí el anuncio por primera vez me llamó sobremanera la atención lo absurdo de la regla, ya que, si se supone que el vestuario es un área especial para ducharse, asearse (afeitarse, cepillarse los dientes, peinarse), relajarse (en el sauna seco o el vapor), utilizar los urinarios y los toiletes, y cambiarse de ropa; un lugar al que acceden solamente hombres como uno, entonces, si quisieras ir de un lugar a otro y te encontraras desnudo, tienes que hacerlo a juro con una toalla alrededor de tu cintura. Lo expresamente ridículo del anuncio es que, sin necesidad de cartel alguno, eso es precisamente lo que hacen la mayoría de los hombres cuando deambulan por el área del vestuario. Sin embargo, para mí no tendría mayor problema si yo o cualquier otra persona quisiera hacerlo desnudo, incluso para aprovechar y  permitirse, en esos espacios, disfrutar precisamente la sensación de desinhibición y libertad que representa la desnudez. Lo más curioso de todo es que, observando el comportamiento de los hombres allí, muchos no parecen tomar en serio la regla: si bien muchos caminan con la toalla a la cintura o en calzoncillos, otros deambulan desnudos, con la toalla al hombro.
 
 
Coincido sin embargo con otra apreciación de Ross: en general los jóvenes tienden a ser más pudorosos, y a pesar de que el área de los vestidores es amplia, con suficientes bancos, muchos se llevan sus morrales y pertenencias para la ducha, y dentro de los cubículos con cortinas de las duchas se desvisten, se bañan y se visten de nuevo. Un pudor que a mí en particular me parece extremo. Los otros que se aventuran a acercarse a los bancos para vestirse realizan lo que a manera de chiste denominamos "la danza de la toalla", refiriéndose a esa hazaña de intentar ponerse los calzoncillos con la toalla puesta, tratando de subir la prenda interior procurando mantener la toalla alrededor de la cintura para no dejar expuesta a las miradas de otros ni un centímetro de su anatomía genital.

Del pudor obsesivo al desparpajo exhibicionista
Así que, por un lado, están los pudorosos, los que se tapan totalmente para cambiarse de ropa; en el otro extremo, en cambio, podemos considerar dos tipos de hombres: los exhibicionistas y los adultos que rondan la ancianidad. La características común a ambos es un comportamiento totalmente desinhibido al caminar de un lado a otro del vestuario, afeitarse, cepillarse, verse en el espejo, salir al espacio entre las duchas a conversar con los amigos que se duchan al lado, orinar en los urinarios o sentarse en los bancos a hablar con los compañeros, todo en completa desnudez. 

Los exhibicionistas normalmente son hombres que ostentan cuerpos bien definidos o penes grandes, y con su comportamiento parcieran intentar asegurar que las miradas de todos los demás recaigan en sus atributos (¿será precisamente para ellos la advertencia en el anuncio impreso en el gimnasio al que yo asisto?): en el vapor o el sauna no se contentan con sentarse simplemente para relajarse, sino que caminan de allá para acá. Estos suelen dejar para el final ponerse los interiores, de manera que puede vérseles en camisa, corbata y medias, con los genitales expuestos; parecieran contradecir a propósito esa regla tan antigua que reza "los calzoncillos son lo primero que se pone un hombre".
 
 
Los adultos mayores son abuelos con cuerpos regordetes, que no reparan en deambular con total libertad mostrando sus carnes caídas y testículos colgantes; en general son los más habladores, tal como el profesor emérito del gym de la Universidad de Nueva York, y no están preocupados por su apariencia, o si alguien repara en ella.
 
En medio de estos extremos estamos quizás la gran mayoría de los hombres: personas que no nos preocupa estar desnudos delante de otros pero que no hacemos de ese echo un alarde. Si vamos al vapor o al sauna y nos provoca sentarnos simplemente sobre la toalla, o tenemos que vestirnos luego de ducharnos y para ello debemos estar desnudos, pues lo hacemos sin que ello sea motivo de bochorno.
 
 
Estas conductas de las personas ante situaciones especiales creo que pueden estar fuertemente influidas por la educación que hemos recibido a lo largo de nuestra vida, por el desarrollo personal que tuvimos para hacernos adultos y nuestras convicciones como entes pensantes y con raciocinio, pero también tiene que ver con los factores sociales que nos tocó vivir en nuestro entorno familiar o de desempeño comunitario. Sin que sea criticable una u otra manera de comportarse en estos espacios especiales para hombres, podría este análisis despertar la inquietud sobre el tipo de educación y demás condicionamientos sociales que recibimos desde jóvenes.

Fuente consultada:

Patrones sociales en los vestuarios masculinos II

La desnudez y el asunto de lo fálico en los vestuarios
Aunque a muchos de los hombres les cueste admitirlo, el temor a la desnudez tiene un fuerte componente genital. Ya hablamos antes aquí de las implicaciones fálicas que caracterizan la mente y la psicología masculina en los artículos "El falo como experiencia religiosa I y II". En ellos sugeríamos que los asuntos relacionados con el pene, en cuanto a su dimensión física y estrictamente genital, así como lo fálico como una condición de la psicología masculina, se suelen manejar actualmente, a nivel del colectivo masculino, de una manera sumamente discreta, podría decirse que siguiendo ciertos  códigos compartidos por los hombres de una manera velada.
Todo esto es debido, muy probablemente, a que la sociedad contemporánea induce a las personas a rechazar, y por ende ocultar, todo lo relacionado con el pene y lo fálico. Esta represión social se ve reflejada entonces en espacios como los vestidores: son más los que se preocupan por "no mostrar mucho" que el simple hecho de no pararle a una desnudez que no tendría que tener mayor trascendencia si se hace entre pares, puesto que, en cuanto a la corporalidad y lo genital, se trata de algo que tenemos en común absolutamente todos los hombres. Sin embargo, el hecho es que todo lo relacionado con lo genital suele tener en la actualidad connotaciones tabú y hasta peyorativas, por lo que muchos hombres se sienten realmente incómodos cuando tienen que exponer su genitalida ante otras personas, incluso otros hombres.

Por otro lado, como dice Eugene Monick, el falo, como órgano sexual físico, es externo, por lo que su manera habitual de presentación ante el colectivo es abiertamente exhibicionista: solo basta quitarnos la ropa interior y nuestro miembro, juntos con los testículos en su sacro escrotal, caen y cuelgan visiblemente bajo el arco que forman las piernas; algunas veces esta exhibición se presenta de modo aparatoso, como cuando experimentamos una erección circunstancial, sin motivo alguno, en cualquier momento del día. Así, puede decirse que el miembro viril no repara en lugar ni situación para expresarse, y además suele comportarse totalmente independiente de las decisiones conscientes de sus dueños. Según Monick, se requiere entonces de un modo especial de manejar esta dualidad: nuestra necesidad de esconder lo que por sí mismo exige ser mostrado.

Esta ambivalencia queda reflejada notoriamente en los vestuarios: por un lado, puede ser razonable pensar que, estando en un ambiente totalmente masculino, no hay problema de andar desnudos entre otros hombres, sin embargo existe en muchos de ellos el temor de "mostrar". En algunos casos presiento que la principal razón tiene que ver con esa tendencia competitiva propia de lo masculino, particularmente entre los más jóvenes, en donde lo más grande y fuerte suele ser lo mejor. A esta idea se adhiere precisamente lo fálico cuando entran en consideración las dimensiones del miembro viril: entonces se tiende a razonar desde una perspectiva totalmente sesgada, y "como me parece que mi pene es el más pequeño de todos los que me rodean, seguro que ellos me verán como un perdedor". Por otro lado está el asunto de las erecciones espontáneas: "si se me parase delante de todos en el vestuario, creerán que soy homosexual y mi masculinidad se verá amenazada".

De nuevo, todo esto surge de esa tendencia innata de los hombres a comparar: si yo siento que mis genitales son de determinada manera, me pregunto qué tan distinto será el miembro de los demás con respecto al mío. Así que todos miramos conscientemente o sin querer, furtivamente, el miembro de los otros. No se trata de una mirada morbosa o con connotaciones sexuales, es un patrón comportamental típico y normal entre nosotros los hombres.

Una multitud de opiniones
El artículo de Max Ross en el New York Times es ciertamente interesante como reflexión sobre nuestros comportamientos en ciertos espacios de naturaleza estrictamente masculina, particularmente los relacionados con la desnudez. Los comentarios de parte de los lectores del artículo no se hicieron esperar. Las reflexiones, opiniones y sentencias, tanto de los hombres como de las mujeres son tan interesantes (o más) como el artículo mismo, cuanto más porque reflejan una diversidad de concepciones que van desde lo religioso hasta los moralmente aceptado a nivel social; desde lo que era ampliamente aceptado y normal hace cincuenta o sesenta años atrás, hasta la censura social del cuerpo en la actualidad, particularmente del masculino; desde las bromas ante las situaciones planteadas en el artículo, según algunos, ridículas, hasta las teorías fundamentadas en mayor o menor medida, sobre comportamiento humano. 

He aquí algunos de los comentarios de lectores del New York Times. Seleccioné aquellas opiniones, basadas en la explicación sobre el temor a la desnudez en los vestidores de caballeros, porque me parecieron las más llamativas, muchas de las cuales son de hombres mayores. ¿Será posible que las opiniones que he seleccionado para este artículo sobre el comportamiento en los vestuarios despierten el interés de los lectores de este blog por expresar su visión con respecto a este tema? Te invitamos por lo tanto, amigo lector, a que compartas tus ideas con nosotros:
  • Chris (New York):
"Crecí en una era donde los hombres se sentían confortables estando desnudos juntos, y yo aun camino de esa forma en los vestuarios... En esa época lo normal era andar desnudos y los jóvenes que sentían terror de que alguien los viera desnudos eran considerados personas con problemas... 
... Es posible que los jóvenes de hoy teman que los consideren homosexuales... Un temor más realista es que alguien pueda tomar fotografías con un teléfono móvil y colocarlas luego en Internet, pero, a menos que alguien sea una celebridad, este temor parece más bien una remota posibilidad... o puede ser que la manera de socialización entre los jóvenes sea totalmente distinta hoy en día, inmersos en una sociedad que imagina amenazas de toda índole".

  • Mouse (New York):
"Los jóvenes saben que serán juzgados por otros jóvenes de acuerdo a sus atributos, o la carencia ellos; mientras que los hombres más viejos no suelen ser juzgados por criterios físicos, sino más bien por sus cuentas bancarias". 
  • Martin (Atlanta):
"Interesantes comentarios. Siempre me sorprende que los adultos mayores no sean capaces de entender a las generaciones más jóvenes, dado que ellos mismos fueron los que los criaron y les impusieron las condiciones que causan su comportamiento en la actualidad...
... Las generaciones que actualmente rechazan a las nuevas fueron las que perfilaron al americano actual dado que, a través de las películas, la televisión y las revistas, las imágenes juegan un papel central y nadie que no encaje en esos patrones de belleza (y allí caemos realmente la mayoría de nosotros) implica inconscientemente sentirse inferior. Adicional a esto vivimos en una cultura donde cualquier tipo de contacto físico puede ser malinterpretado y tomado como una ofensa digna de persecución legal. ¿Y entonces ustedes se preguntan por qué los jóvenes se sienten tan incómodos de mostrar sus cuerpos?".  
  • Megan (Canada):
"Una de mis cosas favoritas cuando viví en Japón por un año, fueron los onsen (baños públicos). Qué manera tan fantástica de relajarse y socializar. Particularmente me gustaban los baños orientados al uso familiar. Las familias suelen disponer de una tarde para asistir a ellos: los niños con sus padres, las niñas con sus madres; para luego encontrarse en el comedor y disfrutar de un tazón de tallarines, y quizás una siesta sobre el tatami. Mucha desnudez, pero nada sexual con ello".

  • Dan (Massachuset):
"Tengo 67 años y he asistido a centros de entrenamiento físico por al menos 30 años. Lo que encuentro importante es cuán abochornados se hayan los jóvenes en relación con la desnudez. En vez de secarse en las áreas destinadas para ello, lo  hacen dentro de los cubículos de las duchas en donde difícilmente pueden darse la vuelta. Pienso que esta división generacional tiene algo que ver con nuestro sistema educativo. Recuerdo los vestuarios repletos de estudiantes en la secundaria después de las clases de gimnasia, en donde la desnudez no era considerada gran cosa, pero todo parece que cambió en la década de los 70 y 80 en relación con el espacio privado y las expectativas respecto a la privacidad".
  • Michael Edwards (Florida):
"En una conversación reciente con un buen amigo que trabaja como entrenador en un gimnasio, este me reveló que él ha observado que los hombres invierten bastante tiempo conversando desnudos en los vestuarios en comparación con las mujeres. Y muy frecuentemente incluso más que el tiempo que usan para hacer sus ejercicios. Pareciera que es evidente la necesidad de cierta intimidad en la socialización entre hombres. Yo particularmente siento la necesidad de estar al menos con mis calzoncillos puestos antes de poder exponerme con confianza. Después de eso no tengo límites de conversar lo que quiera". 

  • John Fred Raleigh:
"Es cierto que los hombres gays (casi siempre de manera discreta) observan a otros hombres en los vestuarios y que tal hecho podría explicar la extrema modestia de los jóvenes en sus 20 comparada con las viejas generaciones.
Creo también que la educación que recibimos de nuestros padres con respecto a celar nuestro propio cuerpo y el no permitir que nadie nos toque sin nuestro consentimiento se suma a este fenómeno.
Sin embargo, pareciera que existe otro fenómeno en juego que yo mismo no puedo identificar. Por ejemplo, alrededor de la edad de los cuatro o cinco años, mi sobrino andaba orgullosamente desnudo, tanto dentro de casa como al aire libre... Ahora que tiene ocho, según su padre, se cambia su traje de baño en los cubículos de las duchas o utilizando una toalla y mirando hacia la pared... No entiendo cómo una generación que parece ser más consciente de su sexualidad y más activa que cualquier otra generación de la que tenga memoria, parezca demostrar tanta ansiedad a la hora de exponer su cuerpo en los vestuarios". 
  • Rees Evans (Washington, DC):
"He notado que muchos chicos nacidos en este milenio se sienten tan incómodos en los vestuarios, particularmente comparados con mi generación de mediados del siglo XX. Yo he criado cuatro chicos y todos ellos sufren de esa excesiva modestia en tales ambientes. Ellos nunca se ducharon después de sus clases de educación física en el colegio, y nunca sufrieron el bochorno de un examen físico militar. No hay nada más bochornoso que marchar en un centro de inducción militar con cientos de otros chicos desnudos e inclinarte ante el personal médico para que inspeccionen tu zona anal. Es sin embargo contradictorio que estos chicos del nuevo milenio carguen con todos estos tabúes y aún así sean capaces de tuitear fotos se sus partes privadas".

  • David (Fairfax, Virginia):
"Excelente artículo. Tengo 67 años y voy al gym todos los días con intención de mejorar y superar la expectativa de vida de mis padres. Lo mismo ocurre en mi gimnasio: la cantidad de desnudez que la gente muestra se corresponde con la edad. 
Pienso que la pérdida de las sesiones de ducha luego de las clases de educación física en la escuela, la eliminación del examen físico militar y esa sensación de que la desnudez esta asociada solamente con el sexo, ha llevado a este cambio generacional. Quizás la difusión del porno ha jugado una parte en esto también".
  • Allen Roth (New York):
"No tengo idea del por qué las generaciones jóvenes se han vuelto tan moralista en relación con la desnudez. Cuando iba al colegio y a la universidad, todo el mundo tomaba baños comunales y nadie recapacitaba al respecto, y casi todo el mundo caminaba por los baños y vestidores sin un paño a la cintura. Lo único que se me ocurre es que toda esta cultura del bulling, la ridiculización, las pandillas, la burla y la humillación se ha vuelto demasiado exagerada en comparación con lo que vivimos nosotros en nuestra adolescencia, por lo que los chicos y las chicas han optado por la protección que una toalla alrededor de la cintura, particularmente entre los jóvenes con menos dotación, o aquellos que son muy gordos o fofos".
  • Sas (New York):
"En los años 60, en el liceo de Bayside en el que estudiaba, un plantel con una piscina interna, teníamos que tomar un semestre de clases de natación. Aunque los chicos y las chicas teníamos clases separadas, era una regla que tuviéramos que nadar desnudos. Creo que era porque los adultos pensaban que era más higiénico, aparte de que no querían ropa de natación empapando los lockers. Nadie parecía pararle al respecto. Me pregunto si todavía en ese colegio se sigue practicando de esa manera. En estos tiempos extraños de pudor, lo dudo".

  • Matt (New York):
"Muy buen artículo. Aunque he tenido que presenciar debates entre dos hombres desnudos en los vestuarios, estoy de acuerdo en que los hombres mayores ostentan sus genitales abiertamente, mientras que nosotros los jóvenes escondemos los nuestros bajo nuestras toallas".
  • Adrian (San Francisco, California):
"Es interesante que ninguno de estos comentarios hasta los momentos no hayan mencionado el "meollo" del asunto: los teléfonos inteligentes (más bien las cámaras que vienen con ellos). Más tarde o más temprano, aun las personas más desinhibidas en los vestuarios evitarán estar desnudas en los vestuarios o en cualquier área pública (los baños públicos de los edificios y otros centros comerciales son otros tantos "campos de batalla").
Y con relación al comentario sobre que los vestidores están diseñados para que la gente esté desnuda, ¡falso! ¿En dónde está escrito eso? Para mí, la función de los vestidores es para cambiarse la ropa, almacenar las pertenencias durante el ejercicio, y ocasionalmente bañarse después de las rutinas. La desnudez por un instante en los vestuarios podría ser necesaria en el proceso de vestirse o desvestirse, pero yo llevo ese tiempo al mínimo. Aún más, frecuentemente llego al gimnasio vestido ya con la indumentaria para hacer mi rutina y me salto completamente el paso por el vestidor.
Antes de que alguien me malinterprete: no estoy en contra de exponerme desnudo en público. Pero considero que yo (y mucha gente que conozco) detestamos ver (o ser forzadas a mirar) a otras persona desnudas. Estas son cosas que podemos hacer con algunos (pero no todos) amigos y miembros de la familia. Así que, cuando un payaso insiste en estar completamente desnudo para que todo el mundo lo vea, tendemos a evitar que esa imagen entre siquiera en nuestras mentes". 

  • D (Los Ángeles, California):
"Se trata de un tema estrictamente cultural de esta época. En los Estados Unidos, los hombres jóvenes han crecido en un ambiente donde no experimentaron el nudismo en comunidad. Dado que soy profesor de colegios y liceos, yo creo que gran parte de esto es debido a un temor (irracional) a que los chicos sean observados por gente gay. Es absurdo pero muchas de las reglas que rigen la mente de los jóvenes no se ajustan a la realidad.
En los años 70 este temor no era importante, además que existía una mayor experiencia en cuanto a estar desnudos en los vestidores. Pero actualmente, observando a los jóvenes actuar de una manera tan puritana en el gimnasio, colocándose sus interiores bajo el paño, me pregunto si el porno tiene algo que ver. De alguna manera ellos asocian la desnudez y el sexo como algo que van necesariamente de la mano.
Su puritanismo representa un cambio cultural del cual ellos son parte y sobre el que no tienen control, pero me pregunto si eso indica, de alguna forma, una pérdida total de su autoestima; la incapacidad de aceptarse por ser justo lo que cada uno de ellos es en ese particular nivel de desnudez y entre otros hombres. Esta es la corriente del metrosexual".  

  • Thom McCan (New York):
"Muy dentro de las vísceras ustedes saben que de lo que se trata todo esto es de puro exhibicionismo, de la peor calaña".
  • Sarah D. Montague:
"Ustedes y yo crecimos en un tiempo donde los periódicos no estaban repletos de reportes sobre abusos sexuales y los niños eran mucho más libres de ir a ciertos lugares por ellos mismos. Ya desde comienzos del primer grado, yo caminaba a la escuela sola, que quedaba a poco menos de media milla. Todos lo hacíamos. No sorprende que los jóvenes de hoy en día hayan crecido entre adultos mas conscientes y sobreprotectores".
  • Scientella (Palo Alto):
"La desnudez en nuestra sociedad, correcta o erróneamente, significa sexo. No se trata de una opinión personal el asociar la desnudez con el sexo. Esa asociación ya ha sido elaborada. Yo he asistido a playas nudistas alrededor del mundo. En Alemania en particular, el FKK Frei Korper Kultur significa que cuando se anda en un parque en verano es posible que puedas ver un hombre desnudo parado en medio del camino. Ahora, si toda esta desnudez fuera solamente por sentirse libres, por la buena sensación del sol en el cuerpo, o como una demostración de  ser desinhibido, entonces yo podría comprarla. Sin embargo, en toda reunión nudista hay una tendencia a la depredación (acoso) sexual, al exhibicionismo sexual o aún otras cosas más". Así que no me llamen puritana, solo que este nudismo no es lo que se supone que debe ser, es más bien todo lo opuesto a algo liberador".

  • RK, un americano en Alemania (Bamberg, Alemania; en respuesta al comentario anterior):
"Disculpa pero no estoy de acuerdo con todo tu argumento. Hay una o dos personas en la multitud que asocian la desnudez con el sexo, ¿y qué? Por favor, no generalices basada en eso. Yo vivo y trabajo en Alemania. Los saunas de algunos de los baños termales en toda Alemania son mixtos y la desnudez es la norma. Allí puedes ver cuerpos con todo tipo de formas y grados de "dotación". Allí asiste gente de todas las edades y sí, también niños acompañados por sus padres o abuelos. Para mí, esto significa salud emocional y psicológica, mucho mejor que mi propia experiencia cuando yo era niño. Antes de descalificar, experimenta primero. Realmente es liberador sentir el viento y el sol sobre mi cuerpo y nadar libremente en el agua. Esta es una de las razones por las que viajo cada verano a las maravillosas playas del Mar Báltico".
  • Hazlit (Vancouver, Canada, en relación con el comentario de Scientella de Palo Alto):
"Aunque no estoy en desacuerdo con el punto de vista de Scientella, en relación a que la sexualidad y la desnudez van de la mano, pero ¿por qué tiene que ser esto catalogado automaticamente de "depredatorio"? El sexo y la desnudez son AMBOS partes normales del comportamiento humano. Si un hombre tiene una erección en un vestuario lleno de otros hombres (lo cual es muy poco probable) ¿como podría ser eso depredador?".


Fuente consultada:

jueves, 6 de junio de 2013

Recomendaciones de un coach en masturbación

Ya es hora de asumir plenamente nuestra sexualidad
Hemos expuesto varios artículos relacionados con la práctica de la masturbación. Hablamos de su historia, los beneficios derivados de su práctica y hemos transcrito un testimonio de cómo un hombre se redescubrió cuando retomó esta práctica olvidada por él en el pasado de su adolescencia.

El texto que presentamos a continuación es una transcripción al español de un artículo que el coach sexual Ed Ergoth publicara en su propio blog hace un año. Sus recomendaciones pueden ser tomadas en cuenta para quienes estimen que ya es hora de aproximarse a esta práctica desde una nueva perspectiva.

Recomendaciones de un coach en masturbación
Posteado por Ed Ergoth el 6 de junio de 2012
Escribí este texto para un portal web de hombres que se enfocan, entre otras cosas, en su sexualidad. Pienso sin embargo que podría compartirlo también aquí...
 
Pues sí, yo asesoro a hombres sobre cómo hacer de la masturbación una experiencia más satisfactoria, ¿acaso no es esto algo que muchos hombres quisieran alcanzar? Realmente creo que muchos de nosotros necesitamos ayuda en este sentido, y estoy seguro de que algunos hombres decididos hasta pagarían por recibir consejos sobre este tema, sin embargo no creo que esta sea la excusa para crear un "círculo de masturbación".


Muchos de nosotros aprendimos a masturbarnos cuando rondábamos los 11 a los 14 años. Desafortunadamente, como adultos, la mayoría lo seguimos haciendo de la misma manera como la aprendimos en ese entonces. La versión express que muchos de nosotros aún practica puede haber sido útil en ese entonces, pero por lo general no sigue siendo satisfactoria a medida que envejecemos.

Considerémoslo por un momento: durante la pubertad, nuestra primera experiencia sexual, particularmente la masturbatoria, estaba enfocada enteramente en la eyaculación (usualmente como una práctica rápida y frecuente), evitando ser descubiertos (silenciosa), y borrando cualquier tipo de evidencia tan pronto como fuera posible (una rápida limpieza, sin tiempo para deleitarnos con lo que experimentamos). Desafortunadamente, estos patrones de conducta en relación con nuestro cuerpo y nuestra sexualidad lo llevamos hasta la adultez. No me extraña entonces escuchar que muchos hombres piensen que, en vista de que el propósito de la masturbación es la eyaculación, en realidad no la sienten como una práctica tan satisfactoria como técnica sexual. La razón es que como adultos seguimos pensando de la misma manera en que lo hacíamos cuando éramos adolescentes.


Es tiempo entonces de concebir la masturbación como adultos. Pero, ¿cómo lo haremos? Aquí vamos...

1. Comunícate
De alguna manera, la masturbación masculina es considerada el último tabú. Hacemos chiste de ella todo el tiempo, pero ¿cuándo fue la última vez que hablaste honestamente sobre el tema, o pensaste conscientemente en cómo mejorar tu experiencia masturbatoria? Muchos hombres continúan con ese hábito, desarrollado cuando eran jóvenes, de manera que sus sesiones de masturbación siguen siendo experiencias furtivas y a escondidas. Cuando éramos jóvenes la escondíamos de nuestros padres, en la universidad lo hacíamos a escondidas de nuestros compañeros y como adultos la escondemos de nuestras parejas. Sinceramente no creo que de esta manera la masturbación se convierta en una práctica placentera, hasta que no seamos capaces de comunicarnos con nuestras parejas en relación con este tema.
 
La masturbación es una forma excelente para aprender sobre sexualidad cuando somos jóvenes. Posteriormente, comenzamos con las relaciones de pareja y creemos erradamente que esta parte de nuestra vida erótica se pierde y es reemplazada por la conexión sexual de la pareja. La realidad, para muchos, es que ambas continúan coexistiendo. El sexo en pareja y el sexo solitario se asocian a necesidades humanas distintas y complementarias. Una de las formas más íntimas de conectarte con tu pareja es hablando sobre tus actividades en solitario. Habla con tu pareja sobre tus prácticas masturbatorias y busca la forma de ser más abierto en relación con lo que sueles hacer en ellas. Así que, ¡saca la masturbación fuera del baño!

2. Ve despacio
Ahora que ya has creado un espacio para ser más abierto en relación con tu práctica masturbatoria, no vayas bruscamente. Empieza excitando tu cuerpo durante los primeros 15 o 20 minutos y abarca tu cuerpo entero excepto tus genitales. Se dice que no se debe empezar una rutina de ejercicios sin antes calentar, la práctica erótica no es distinta en este sentido. Usa este tiempo para conectarte tu cuerpo y descubrir lo que tu cuerpo realmente quiere. Practica el apaciguar tu mente y escuchar tu cuerpo. Toma conciencia de las discrepancias entre lo que tu mente quiere y lo que quiere tu cuerpo. Quizás no necesitas darte en forma rápida y apremiante, ir lento y sensual puede ser un cambio apropiado.


3. Prueba distintas técnicas
Aún el usar tu otra mano puede ofrecerte una experiencia completamente distinta. Al calmarnos e ir despacio comenzamos a notar sensaciones nuevas y sutiles que frecuentemente no captamos cuando vamos rápido. Pero, como ya estas cosas las has conversado con tu pareja, puedes tomarte tu tiempo.

4. Saborea
La mayoría de los hombres usan la visión mucho más que los otros sentidos. Cierra entonces tus ojos. Si quieres explorar otras sensaciones, colócate una venda en los ojos. Descubre lo que se siente experimentar con los otros sentidos. Deja de lado la meta y lleva tu atención a los placeres del viaje. Cuando vas despacio, esas sutiles sensaciones que te anuncian y te aproximan al orgasmo se vuelven mucho más relativas.


Yo sugiero concebir el placer erótico en una escala del uno al diez: "uno" es una sensación muy tenue y "diez" es el momento del orgasmo. Nota las sutiles diferencias entre un "seis" y un "siete", o cuando te aproximes a un "ocho"; trata de practicar devolverte al nivel siete. Cuando estés en un "nueve", aproximándote a un "diez", cálmate aún más y saborea lo que se siente.

4. Apaga la porno
El porno puede ser un detonante para comenzar, pero rápidamente se vuelve distractivo. El porno no es más que una fantasía erótica manufacturada que nos aparta de la experiencia. Es muy fácil perder contacto con las sensaciones corporales porque nos concentramos en lo que sucede en la pantalla. Sin embargo, algunos de nosotros podría decir "hacerlo sin porno es fastidioso". Pero, cuando se cierran los ojos y se lleva la atención hacia el interior para saborear la experiencia, muchos hombres se dan cuenta que el porno es innecesario. Si consideras importante alguna estimulación externa, considera la estimulación áurica. El sonido que emiten otras personas puede ser excitante de escuchar y no nos aparta de nuestra propia experiencia.

 
5. Hazlo una práctica cotidiana
Un régimen de musculación es una práctica, el yoga es una práctica, la masturbación puede ser una práctica también porque tiene la intención de aprender nuevas cosas acerca de uno mismo. Dile a tu pareja que estás aprendiendo a incorporar esas enseñanzas a tus habilidades para hacer el sexo. Haz de la masturbación una opción consciente. Tómate el tiempo para saborear el regalo de tu cuerpo más que concebirlo de la manera como lo hacíamos cuando fuimos adolescentes.
 
6. Una práctica involucra elecciones conscientes
Comienza con un cronograma. Encuentra el tiempo cuando no estés apurado y cuando puedas deshacerte de esa lista de tareas pendientes. Cuando estamos enfocados en lo que tenemos que hacer a continuación es difícil dejarse ir y rendirse al placer. Un gran regalo que nos da el sexo es que éste puede ayudarnos a colocar todas las partes de nuestras vidas en una buena perspectiva. Usa este regalo con atención.

7. Se consciente de tu eyaculación
Eyacular cuando el cuerpo no lo necesita es un desperdicio. Eyacular cuando el cuerpo lo requiere es una afirmación de vida. Creo que hay tiempos en los que necesitamos eyacular e igualmente hay tiempos cuando no. Aprende cómo diferenciarlos. Escucha a tu cuerpo, algunas veces el mensaje es lo suficientemente claro. Sigue aquello que tu cuerpo necesita en vez de mantener los hábitos no satisfactorios que desarrollaste en otra etapa de tu vida.

Trata de seguir algunas de estas ideas y date cuenta cómo es mover esa parte importante de tu vida erótica que refleja más apropiadamente tus deseos adultos. Es tiempo de crecer.

Ed Ergoth.

Fuente consultada:
http://www.sacredtouchformen.com/2012/advice-from-a-masturbation-coach/